“Los espíritus no encarnados o errantes no ocupan una región determinada y circunscrita, sino que están en todas partes, en el espacio y a nuestro lado, viéndonos y codeándose incesantemente con nosotros. Forman una población invisible que se agita a nuestro alrededor”, escribió Allan Kardec.
Con influencias del modernismo decadentista, la novela de Nelson Specchia -editada este año por Yammal, y a disposición en su stand de la Feria del Libro- cuenta una historia sencilla en la que el desarrollo de la trama es más importante que el desenlace. Aunque un lector atento podría intuir por dónde va la historia, lo importante es el recorrido, el desarrollo de los personajes.
En un lugar cualquiera del Mediterráneo, a bordo de un buque del Lloyd Triestino, Clara Díaz Lomberg pasa sus días sumida en la melancolía. Intenta olvidar una historia de amor imposible, truncada por la fatalidad. Como hija de familia patricia, dueña de estancias y campos, se embarca en un retiro que no logra sacarla de su ensueño hasta que conoce a una serie de compañeros de viaje de lo más variopintos: una baronesa francesa ya anciana y un pintor bohemio de Balvanera, entre otros. Con el correr de los días, florecerá una peculiar amistad entre la protagonista y estos personajes.
En un estilo refinado y con una narrativa amena, que por sus temáticas y locación de época nos remite tanto a los amables cuentos fantásticos de Adolfo Bioy Casares, como a las exquisitas narraciones de Manuel Mujica Láinez, Specchia tiene una facilidad envidiable para desplazarse con igual soltura por diferentes geografías, así como por cualquier tiempo lejano. En este caso, es una historia situada en la época de entreguerras, en algún momento de aquellos “Locos Años Veinte”, con personajes de diferentes nacionalidades conviviendo en la misma embarcación.
En medio de crepúsculos de ensueño y siestas lánguidas, todos conviven con un secreto oscuro que aguarda en el interior del depósito del barco, esperando a ser revelado.
En la ambigüedad del tratamiento de los elementos fantásticos también resuenan ecos de Henry James, mientras que el decorado exótico y los personajes –ricos y despreocupados en apariencia, pero interiormente atormentados por penas o por oscuros secretos de los que huyen permanentemente– remite a los “Relatos de un bebedor de éter”, de Jean Lorrain. Por último, una influencia explícita es el mismísimo Leopoldo Lugones de “Las fuerzas extrañas” (1906), cuyo “Ensayo de una cosmogonía en diez lecciones” es citado al comienzo de la nouvelle, a modo de epígrafe: “Semejantes seres son los que en nuestro lenguaje se llaman “espíritus”, es decir, existencias incorpóreas, bien que limitadas y dinámicas; y así es cómo procediendo la materia de la energía pura localizada en movimiento, en forma, en extensión, el espiritualismo resulta una consecuencia lógica de la organización universal, y la inmortalidad del alma en un fenómeno natural en el universo”.
Cada nueva entrega de la obra de Specchia es una bocanada de aire fresco en un contexto de novedades editoriales autoclonadas “ad nauseam”, a partir de la agenda políticamente correcta de la intelligenzia de la época.
Un verdadero oasis de entretenimiento para cualquier lector que –saturado de las soporíferas temáticas habituales de la progresía bienpensante– sienta nostalgia por los libros que te transportan y te hacen perder la noción del tiempo.
Incluso en sus relatos más truculentos, Nelson Specchia siempre impregna su prosa de una vitalidad que convierte a su narrativa en una verdadera celebración de la condición humana en todo su amplio abanico de emociones, conflictos y dramas. Si estos rasgos lo consolidan como un autor clásico, algo decimonónico, pues bienvenido sea.
En cuanto a las abejas de cobre a las que alude el título del libro, nunca puede faltar un elemento tangible, que se constituya en prueba material de la intervención de lo mágico e inmaterial, de la transgresión de las leyes exactas, físicas y naturales: una evidencia que sirva para que se tambalee todo el sistema de creencias de los personajes. O, como supo decir el médico y pensador español Gregorio Marañón: “cada hombre lleva un fantasma de mujer, no en la imaginación, que entonces sería fácil de expulsarle, sino en su sangre; y cada mujer un fantasma más o menos concreto de hombre”.
Nelson Specchia
Autor de una prolífica obra, de más de treinta títulos, en narrativa, poesía, ensayo y crónica. Ha publicado la novela Giuseppe (Barcelona, 2001); los volúmenes de relatos “El brujo” (Plan de Lectura, 2009); “La cena de Electra” (Edhasa, 2016); “Como un vaso sin whisky entre las manos” (Hojas del Sur, 2021); y “Traficantes de sangre” (Yammal, 2022). Ha recibido diversas distinciones literarias, como los premios Horacio Quiroga, de la SADE; Julio Cortázar, de Casa de las Américas de La Habana; Ángel Ganivet, en Finlandia; el Sopa de Letras, en Buenos Aires; el Jerónimo Luis de Cabrera y el Internacional Max Aub, en Valencia.