En una ciudad donde el básquet se respira con la misma pasión que el fútbol, Atenas es mucho más que un equipo: es una institución con historia, peso y orgullo. Por eso, cuando el descenso lo golpeó, también lo hizo el sentido de pertenencia de generaciones enteras. En ese contexto, el nombre de Gustavo Peirone empezó a cobrar una dimensión especial. El entrenador no solo devolvió al Griego a la máxima categoría del básquet argentino, sino que logró mantenerlo allí en una temporada cargada de tensiones y desafíos.
“El objetivo era claro desde el primer día: había que sostenerse en la Liga”, explicó Peirone. Y aunque lo dice con naturalidad, detrás de esa frase hay un año entero de trabajo intenso, altibajos anímicos y una presión que, por momentos, parecía asfixiante. “Teníamos un equipo con muchos nombres que venían de la Liga Argentina. No sabíamos cuánto nos iba a costar adaptarnos, pero nos fuimos acomodando y terminamos bien. Ganamos partidos que, en los papeles, eran impensados. Eso nos dio confianza”, relató.
La temporada de Atenas tuvo varios momentos clave. Uno de ellos, el acceso a los playoffs, algo que no ocurría desde hacía tiempo. “Llegar a esa instancia fue una alegría enorme. Sabíamos que Obras era un rival durísimo y que no iba a ser fácil. Nos ganaron 3-0, sí, pero estuvimos en partido en los tres juegos”, recordó Peirone, y no escondió cierta bronca: “Sentíamos que podíamos haber estirado la serie”.
El balance, sin embargo, es positivo. “No lo esperaba nadie. Estuvimos a un partido de quedar séptimos. Perdimos con Oberá y eso nos mandó al puesto 12, pero el equipo fue competitivo durante todo el año”, sostuvo. Para el DT, una de las claves estuvo en mantener la base del equipo que había logrado el ascenso. “Nos conocíamos. Sabíamos nuestras debilidades, pero también sabíamos que juntos podíamos disimularlas. No hubo roces, ni internas. Todos tiramos para el mismo lado”, destacó.
Esa unión se consolidó, paradójicamente, en uno de los momentos más duros. “Arrancamos el año perdiendo seis partidos seguidos. Me reuní con la dirigencia y les ofrecí dar un paso al costado si creían que el problema era yo. Nunca lo consideraron. Después hablé con los jugadores y el respaldo fue total. Eso me marcó”, contó. Desde ese punto de inflexión, el equipo cambió el semblante. “Volvimos a creer. Nos hicimos más fuertes”, aseguró.
Peirone sabe que dirigir a Atenas no es solo pararse frente a un grupo de jugadores. Es convivir con el peso de una historia gloriosa. “La mochila era pesada. Nadie imaginaba a Atenas jugando en la Liga Argentina. Ascender era la única opción y eso fue una presión enorme. Pero después, ya en Liga Nacional, dirigir este club fue espectacular. Donde vamos hay hinchas, gente que te sigue. Es algo que te conmueve”, confesó.
Desde lo deportivo, el entrenador buscó sostener una identidad de juego basada en la experiencia previa. “La idea era crecer desde lo que habíamos construido en la Liga Argentina. Ser mejores cada día, tanto individual como colectivamente”, señaló. Esa coherencia también se reflejó en el vínculo con los jugadores. “Fue fácil construirlo porque todos teníamos claro a qué veníamos. Había confianza, mucho diálogo y un objetivo común. Eso siempre estuvo por encima de cualquier individualidad”.
Tras cumplir el objetivo de la permanencia, Peirone renovó su contrato. No dudó. “La motivación más grande es dirigir a Atenas. Me preparé toda la vida para esto. No necesitaba más razones”, afirmó. La dirigencia también respaldó su continuidad. “Hubo sintonía total. Yo quería seguir y ellos también querían que siga. Ahora, a seguir construyendo”, remarcó.
Esa construcción ya empezó. El cuerpo técnico trabaja en el armado del nuevo plantel, en un contexto económico difícil. “No hay muchos jugadores disponibles, el mercado está complicado. Estamos evaluando bien dónde reforzar. Algunos chicos siguen por contrato, como Nico (Zurschmitten) y Lucas Arn, y estamos hablando con otros para ver si podemos repetir”, adelantó. También proyectan la pretemporada: “Primero armamos el equipo, después planificamos todo lo demás”.
El futuro también pone la mirada en la cantera. Atenas, históricamente, fue un semillero inagotable. Hoy la realidad es otra. “No hay tanto material como uno desearía. Tiago Tomatis va a tener un rol importante, seguramente esté entre los diez que roten. Pero hace falta trabajo, tiempo y recursos para volver a tener una cantera fuerte”, advirtió.
Cuando se le preguntó si el modelo de Instituto —sólido, competitivo, con estructura— puede ser una referencia, Peirone fue claro: “Atenas no tiene que copiar a nadie. Tiene que recuperar su propia identidad. No hay ningún club en Argentina que haya logrado lo que logró Atenas. Ese debe ser el espejo”.
Sobre el tramo final de la Liga, el DT nombró a Boca e Instituto como los equipos más fuertes. “Hace poco Quimsa parecía invencible. Boca lo barrió 3-0. Son momentos. El título lo definen los que sepan resolver mejor”, analizó.
Peirone sabe que la historia de Atenas es grande, pero también que el camino por recorrer es largo. “Estoy donde quiero estar y dirigir a Atenas es un orgullo enorme. Renovar el vínculo es un compromiso para seguir trabajando con humildad, recuperando la identidad y buscando dejar al club en lo más alto. El sueño de salir campeón está, pero primero hay que construir paso a paso”. Con esa convicción, el Griego encara una nueva etapa con Gustavo Peirone al frente y la ilusión intacta de volver a ser grande.