En su repaso por aquellos encuentros que lo cruzaron con Maradona, Omar José «El Pollo» Beccerica describió a un jugador “superior”, de esos que obligan a redoblar el carácter dentro de la cancha. “Era muy complicado para marcar, tenía una dinámica rapidísima y una gambeta que no te dejaba acomodar”, recordó. Beccerica, que se definió como “fuerte, como cualquier gringo de campo”, tuvo «la suerte» de enfrentarlo en cuatro o cinco partidos. Diego formaba parte de la selección juvenil y el lagunense era referente de la selección cordobesa. “Chocamos varias veces y a él no le gustaba”, contó. Una de esas fricciones quedó grabada para siempre: una falta dura —“sin mala intención, no para lesionarlo”, aclaró— que terminó en un intercambio que aún hoy repite con una sonrisa. “Está bien, gringo, la próxima no me pegues tan fuerte”, le dijo Maradona. Y enseguida, con desafío le remató: “Igual no me vas a agarrar”.
El cruce entre el capitán cordobés y el Diez quedó como un recuerdo invaluable, al igual que las fotos que Beccerica logró sacarse con Maradona: una con la casaca de la selección argentina y otra en un encuentro con la camiseta de Boca Juniors.
Para Beccerica, esos duelos fueron una verdadera lección de fútbol. “El Diego fue una maestría”, afirmó. Haber jugado 18 años, enfrentando a grandes equipos y grandes figuras, le dejó un legado que hoy asocia con su identidad de “pibe de Laguna Larga”, siempre intentando ser un ejemplo para su familia, su pueblo y los chicos, “igual que Dybala”. Hoy conserva entre 1500 y 2000 fotos de su vida deportiva: un archivo inmenso de una etapa que define como hermosa, intensa y profundamente placentera.
Maradona: cinco años después, ninguna despedida es tan absoluta como creemos
