Boca empató el sábado por la noche sin goles como visitante ante Platense, en Vicente López, por la fecha inaugural de la zona B de la Copa de la Liga Profesional (LPF), en lo que representó un opaco estreno oficial de Diego Martínez como entrenador del Xeneize. El encuentro, a lo largo de los casi 96 minutos en el estadio Ciudad de Vicente López, transitó por los carriles de la fricción y la imprecisión. Y en ese contexto, el conjunto local se movió mejor y hasta -por momentos- resultó superior al adversario que, por nombres e historia, asoma como uno de los potenciales candidatos a quedarse con el título.
Los rendimientos que el equipo auriazul había exhibido en los tres encuentros de pretemporada no se repitieron el sábado en Vicente López. Lo mejor de Boca quedó en los pies del ingresado Kevin Zenón, incorporación proveniente de Unión de Santa Fe que se movió por izquierda cuando entró por Juan Ramírez e hilvanó las acciones de mayor peligro que exhibió el visitante en el cotejo.
También hubo un criterioso estreno de la otra cara nueva del elenco boquense, el defensor Cristian Lema, quien no se complicó jamás y desafectó cualquier potencial maniobra de peligro del Calamar. “Recién en el segundo tiempo jugamos a algo de lo que pretendemos. Mejoramos con los ingresos de (Kevin) Zenón y (Edinson) Cavani. Tuvimos otra actitud y los dos marcadores de punta (Advíncula-Fabra) se soltaron más”, explicó Martínez una vez terminado el encuentro.
El entrenador de 45 años reconoció que los primeros 45 minutos de su equipo fueron “flojos. No jugamos bien”. Y agregó que “ellos (Platense) nos complicaron con los laterales (Ciro Rius-Raúl Lozano) que hicieron de extremos y le ganaron las espaldas a (Luis) Advíncula y (Frank) Fabra. Después corregimos, por suerte”. Por su parte, el técnico de Platense, Sebastián Grazzini, reconoció que “contra rivales de esta jerarquía” es aconsejable pensar en que “sumamos un punto”. “Contra rivales de esta jerarquía creo que no está mal admitir que sumamos un punto y no que perdimos dos, aun cuando hayamos sido locales”, expresó el entrenador rosarino, de 43 años. “Se vio un equipo que presionó alto, que buscó ser protagonista. Después en el segundo tiempo no pudimos sostener el ritmo, tal vez, ellos (Boca) mejoraron también y el partido se equilibró. Además, el cansancio influyó”, expresó Grazzini.