También somos campeones en discriminación

Por Gustavo Aro

También somos campeones en discriminación

El inapropiado, xenófobo, discriminatorio y racista posteo del jugador Enzo Fernández en pleno festejo de la Selección argentina tras haber conseguido la Copa América en Estados Unidos, no es más que otro eslabón en la larga cadena de insultos y atropellos que vamos dejando los argentinos (no todos, para ser precisos) por el mundo.

No es nuevo que las hinchadas de los clubes argentinos disparen cánticos agresivos contra las del equipo al que le toque enfrentar o muestren banderas agraviantes para todos. Pasó hace ya un tiempo cuando el por entonces intendente de la ciudad de Córdoba dijo que Belgrano era un buen equipo de Bolivia, como si ser boliviano fuera un insulto, una deshonra.

Pasó también en Córdoba cuando un sector de la hinchada de Talleres, en un partido ante Gimnasia y Esgrima de Jujuy, exhibió sin pudor, vergüenza ni tapujos, varias banderas con cruces esvásticas.

Más acá en el tiempo, durante el Mundial 2014, le cantábamos en la cara a nuestros hermanos brasileños “Brasil, decime que se siente…”. ¿Imagina usted a los brasileños cantando en el Obelisco o en los shoppings porteños `Argentina decime que se siente…’?

Ni hablar del gesto del “Dibu” Martínez cuando recibió el premio al mejor arquero del Mundial Qatar 2022. Como además de racistas, tenemos doble moral, aquel gestito hubiera desatado la furia conservadora si, por caso, lo hubieran hecho Maradona, Cristiano Ronaldo o Kylian Mbappé, el nuevo “odiado” de los argentinos.

Con esa manía rara y perversa de ser ingeniosos traspasamos barreras que van moldeando un estereotipo con el que después nos ven el resto del mundo. Y allá vamos, dejando nuestras huellas, hiriendo, atacando, discriminando.

Después llegan las disculpas, los fuera de contextos, los pedido de perdón, las excusas.

Lo hicieron todos anteriormente como lo hizo ahora Enzo Fernández. Que está en contra de la discriminación, que lo dicho no refleja sus creencias, que la euforia, que bla bla bla. Mientras tanto se abren heridas, como las que se abren en cualquier acto de racismo.

Nunca está de más recordar que los argentinos venimos de los barcos, pero también del interior del interior, con profundas raíces de componentes originarios que la supremacía blanca intentó exterminar.

Por nuestras venas corre sangre africana, asiática, europea, nativa americana y oceánica.

Nunca olvidemos que muchos estudios indican que los genes argentinos tienen un 40 por ciento de Europa, un 25 por ciento de Asia, un 20 por ciento de origen americano y un 10 por ciento de África.

Cuando discriminamos, nos discriminamos. En eso también somos campeones.

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