El fin de la relación profesional entre Juan Carlos Ferrero y Carlos Alcaraz marca el cierre de una de las etapas más exitosas en la historia reciente del tenis. Tras siete años que transformaron el panorama del tenis mundial, el extenista y entrenador español detalló los motivos del adiós, confirmando lo que era un rumor a voces: la ruptura no respondió a un desgaste en la convivencia ni a la falta de resultados, sino a una cuestión estrictamente financiera.
Ferrero, visiblemente afectado, confesó sentirse “apenado y dolido” por la situación, reconociendo que su intención inicial era continuar liderando el proyecto del murciano. Sin embargo, el cortocircuito se produjo durante la renegociación de los términos contractuales para la temporada 2026.
“En este tipo de procesos cada parte defiende sus propios intereses”, explicó el «Mosquito», en una entrevista con el diario español Marca. Según su versión, no se logró alcanzar un punto de equilibrio sobre aspectos vinculados al salario y al reparto de los premios. Ferrero lamentó que estas diferencias, que en otro contexto podrían haberse resuelto mediante el diálogo, terminaran dinamitando la continuidad del equipo técnico tras no lograr conciliar posturas con el entorno del jugador.
A pesar de la separación contractual, el vínculo afectivo permanece intacto. El coach destacó que la relación humana durante el último año fue “espectacular”, ayudada por la incorporación de Samuel López para oxigenar el día a día. Con nostalgia, recordó el camino recorrido: desde moldear a un Alcaraz de 15 años en torneos Challenger hasta llevarlo a la cima del mundo y conquistar seis Grand Slams.
De cara al futuro inmediato, Ferrero fue categórico: necesita un tiempo de “duelo” y descanso familiar. Aunque su nombre ya suena para otros tenistas de élite, descartó iniciar nuevos proyectos a corto plazo por el impacto emocional que le supone ver a “Carlitos” competir sin él en el palco. “El legado construido es un orgullo”, concluyó, augurando que Alcaraz tiene todas las herramientas para convertirse en el mejor de la historia.
