Una montaña rusa azul y blanca

Talleres cerró un año con sabor a poco. Con un subcampeonato en la Liga Profesional y en la Tabla Anual, en barrio Jardín el festejo de un título aún se hace esperar

Una montaña rusa azul y blanca

La derrota con Newell’s en la última fecha le terminó dando el subcampeonato al albiazul.

Talleres terminó un 2024 con sabor agridulce. Quizás más agrio que dulce. En un año que ilusionaba de entrada, con muchos frentes y un plantel más que competitivo, el Matador se quedó, una vez más, en las puertas de la gloria.

La foto final refleja demasiado dolor: derrota de local ante 60.000 almas y otro título escapándose, esta vez para Liniers. Pero el panorama general no termina siendo tan malo. Con altos y bajos, Talleres cerró el año siendo el mejor equipo de Argentina, a tan solo un puñado de puntos del mejor, y entre los 16 mejores de América.

De arranque, dubitativo

Que llegaba este, que llegaba aquel. Después de varias semanas de idas y vueltas, donde se especuló con grandes nombres para dirigir al plantel superior, Andrés Fassi se terminó decantando por Walter Ribonetto, que llegaba de dirigir a la Reserva pero sin experiencia en la Primera División. El hincha miró de reojo, pero “Tino” se encargó de darle su impronta a un equipo que fue de menos a más. Con la competencia internacional en el medio, el Matador quedó a solo un punto de Vélez, en la Zona A de la Copa de la Liga, y no pudo clasificar a los cuartos de final. Las rispideces con el arbitraje ya comenzaban a hacer mella.

Luego, con muchos goles a favor, pero también muchos goles en contra, la T se terminó yendo al receso siendo el líder de la Liga Profesional, seguido de Racing, Gimnasia (LP) y Huracán.

En el plano internacional, la actuación de Talleres era más que destacada. Terminó en el segundo lugar del Grupo B, con 13 unidades, por detrás del Sao Paulo, con la misma cantidad de puntos pero mejor diferencia de gol. La T fue ampliamente superior a Barcelona de Ecuador y Cobresal de Chile, y se clasificó a octavos de final con dos fechas de anticipación. En los duelos ante los brasileños, ganó en el Kempes y perdió cuando le tocó salir. En el sorteo de la fase final, el rival fue nada menos que River Plate, que en ese momento, con Martín Demichelis en el banco de suplentes, dejaba más dudas que certezas.

El receso, un antes y un después

Mientras que la Selección Argentina defendía la Copa América en Estados Unidos, Talleres eligió hacer una mini pretemporada en Rusia. Esa decisión fue el principio del caos. Los malos resultados en los amistosos, ante los locales Zenit y Sochi, sumado a los bruscos cambios de horario y un frío infernal, fueron grandes atenuantes para que la relación entrenador-jugadores se fuera deteriorando.

Lo que haya sucedido en Rusia solo quedará en la memoria del plantel y Ribonetto. También de Fassi. Pero cuando el torneo se reanudó, el equipo no volvió a ser el mismo y nunca volvió a serlo. En la Liga, la T ganó solo uno de seis juegos, y en la Libertadores no pudo ante River, ni de local (0-1) ni de visitante (1-2). Esa mala racha marcó el final de la era Ribonetto en la T.

Llega el “cacique” y la pelea con AFA

Tras ganarle a Estudiantes bajo el interinato de Mariano Levisman, Talleres anunció la llegada de un viejo conocido: Alexander Medina. La primera parada del “Cacique” era brava, ya que tenía que jugar ante Boca por los octavos de final de la Copa Argentina. Fue derrota por penales en un partido más que polémico, y un post partido que marcó la temporada. El encontronazo entre Fassi y el árbitro Andrés Merlos a la salida del vestuario fue la previa para una conferencia de prensa histórica, donde el presidente albiazul desafió a Claudio Tapia en frente de todos los medios.

A Talleres le costó acomodarse, y el trabajo de Medina fue arduo, no solo desde los futbolístico, sino también desde lo anímico y mental, ante un plantel plagado de frustraciones.

El andar de la T fue irregular. Después de ganarle a River y Racing, pasaron otros cinco juegos sin victorias, lo que prácticamente lo alejaba de la pelea por el título. Pero Medina acomodó las piezas, logró aceitar el bloque defensivo y llegaron cinco victorias al hilo, que se conjugaron con un Vélez dubitativo. A una fecha del final del torneo, la T llegó como líder, junto al Fortín, con 48 puntos cada uno.

El campeonato era difícil porque Talleres no dependía de sí mismo, y todos los goles en contra sufridos en la primera etapa del campeonato los pagó caro. Vélez hizo su tarea y venció a Huracán sin atenuantes. Pero Talleres cayó, jugando mal y casi sin personalidad, ante un Newell’s que no jugaba por nada. Otra vez, la desazón inundó al Kempes, que estaba repleto. Y otra vez, Talleres perdió otro partido importante. Una victoria no le hubiera dado el título, pero si le hubiera dejado otra cara a un plantel que siempre amagó con estar a la altura, pero nunca tuvo la decisión ni el valor de traducirlo en victorias. En cada cita importante del 2024, Talleres no cumplió con las expectativas.

Lo que viene

El Matador arrancará el 2025 nuevamente cargado de ilusiones y con muchos frentes para disputar. Además tendrá un entrenador de élite, con trayectoria, que conoce y vive el club como pocos. La pelota volverá a caer en los pies de Fassi.

El dirigente tendrá otra vez la responsabilidad de armar un plantel acorde a las circunstancias, y que de una vez por todas esté decidido a hacer historia. Si algo quedó marcado en este 2024, es que hay un claro grupo de jugadores que sin dudas deberán formar parte de la base para el próximo año, y otro grupo que, sin ningún tipo de dudas, ya cumplió un ciclo en la institución.

Talleres necesitará al menos dos zagueros centrales (este año solo Juan Rodríguez sintió el puesto de manera natural), un volante central, dos extremos (la posición donde más hizo agua en la última temporada) y un centrodelantero que pelee un lugar con Federico Girotti, Cristian Tarragona y Bruno Barticciotto. En 2025, Talleres no tendrá más excusas y deberá estar a la altura de la exigencia del hincha.

Lo rescatable

Más allá de los vaivenes, Talleres estuvo a un puñado de puntos de escribir la página más dorada de su historia. No le alcanzó. Pero terminó segundo en la Liga y segundo en la Tabla Anual, lo que le dio el pasaje directo a fase de grupos de la Copa Libertadores por segunda vez consecutiva, algo que nunca había conseguido en su historia.

También terminó confirmando que, más allá de su pelea con la casa madre del fútbol argentino, es un equipo que da pelea. Y tarde o temprano, los clubes que hacen las cosas bien y dan pelea son recompensados.

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