José Daniel Valencia, ídolo histórico de Talleres, sigue viviendo el fútbol con la misma intensidad de cuando era protagonista en la cancha. A sus 70 años, asegura que la pasión por la pelota no se desgasta con el tiempo y que incluso hoy disfruta observando partidos de alto nivel. “No entiendo a esa gente que ha jugado al fútbol a gran nivel y que se cansa de verlo. Obviamente que algunos partidos no me gustan, pero la Champions, todo lo que sea fútbol de alto nivel, me gusta”, confesó.
Para “la Rana” Valencia, la diferencia entre el fútbol argentino y el europeo es clara. Aunque disfruta viendo partidos del viejo continente, no oculta su preocupación por el presente del campeonato local. Señala que el juego se ha vuelto más físico y estratégico, sacrificando la creatividad que caracterizaba a épocas pasadas. “Han desaparecido los números 10, y eso afecta a muchos equipos importantes —explicó—. La mayoría pasa la pelota, pero nadie encara, nadie se pone el equipo al hombro. Antes esa era la función del 10. Hoy falta creatividad, y por eso no se ven partidos con muchos goles. Se juega más a cuidar el resultado”.
La transformación del juego tiene un efecto directo sobre los delanteros. Valencia observa que los números 9 de hoy enfrentan dificultades que no existían antes. “Es más difícil jugar de 9 hoy que antes —detalló—. Falta alguien que los alimente. Antes el 10 te daba la pelota con creatividad; ahora el delantero tiene que inventarse todo. Federico Girotti, por ejemplo, muchas veces tiene que bajar y fabricarse la jugada. Eso es muy difícil y lo sufren todos los 9. Los equipos traen jugadores de calidad, pero sin alguien que los asista, es casi imposible que rindan como antes. Fíjate que River una vez juega con (Miguel) Borja, otro día juega (Sebastián) Driussi, otro día juega (Facundo) Colidio… En Boca (Edinson) Cavani, (Milton) Giménez, (Miguel) Merentiel… Y mira que te estoy nombrando equipos con mucho poder, que traen lo que traen y después no rinden porque es muy difícil jugar como se juega en Argentina”.
Pese a los cambios, Valencia reconoce el mérito del fútbol moderno. “Admiro la precisión que tienen los jugadores hoy, la rapidez para tomar decisiones. No es fácil jugar así. Pero esa rapidez también te quita creatividad: si te desprendes muy rápido de la pelota, no hay posibilidad de inventar. Cada época tiene su momento bueno y malo”, reflexionó.
El ídolo de Talleres no esquiva la crítica a la creciente mercantilización del fútbol. Considera que la importancia de los sponsors y la publicidad ha transformado radicalmente la esencia del juego. “Hasta la pelota cambió, hasta los colores de las camisetas cambiaron —comentó—. Esto se hizo un negocio inmenso. César Menotti decía que el día que se haga negocio de esto, ya deja de ser fútbol. Es triste ver cómo incluso en el Mundial de Clubes, a los 20 minutos paran para tomar agua y pasar publicidades. Espero que no lleguemos a lo del fútbol americano, donde todo es sponsor”.
Aun con estas transformaciones, Valencia mantiene la conexión con su club de toda la vida. Su amor por Talleres, donde también fue hincha, se refleja en cada análisis y recuerdo. El futbolista rememora con orgullo a compañeros que marcaron una época y la forma en que solían jugar. “El Hacha Ludueña, Willington, Bocanelli… eran jugadores distintos, creativos, con gol y visión de juego. Luisito Galván, los punteros… Fue un Talleres de calidad, casi como la Holanda del Fútbol Total: no ganamos el campeonato, pero todos recuerdan ese equipo”, recordó, evocando la magia de aquel Talleres que se ganó el respeto de toda Argentina.
Valencia también destaca la importancia de la creatividad y el juego colectivo de aquellos años. “Yo soy un admirador de los números 10 y del 8, que hacía paredes y alimentaba a los delanteros. Antes teníamos punteros que desbordaban, el 10 que inventaba, y los delanteros que recibían juego. Hoy eso es muy difícil de ver. Lo que sí me emociona aún es ver a Talleres; lo futbolístico a veces lo sufro, pero sigo amando el juego”.
Además, expresa su preocupación por el exceso de equipos en las distintas divisiones del fútbol argentino, que según él desvirtúa las raíces del fútbol. “Pasa lo mismo que con el Mundial, quieren poner más selecciones y se pierde lo más lindo: las raíces. Todo es negocio. Mientras más equipos haya, más sponsors hay. No sé cómo mantienen tantos clubes con esta crisis, pero el que invierte bien, como Talleres, está sólido: vende jugadores y tiene infraestructura”, comentó, destacando la visión de inversión y planificación que ha consolidado al club cordobés.
Daniel Valencia no solo fue testigo de una época dorada del fútbol argentino; también compartió vestuario con algunos de los grandes de la historia. Al hablar de Diego Armando Maradona, su emoción es palpable. “Lo quise mucho —confesó—. Cada vez que salgo a la calle me emociona la gente que todavía se acuerda de él. Representó tanto al fútbol… fue el mejor en su momento. Ahora lo es Messi, pero ambos dejaron una enseñanza enorme”.
El cariño por sus compañeros se refleja también en los recuerdos de Talleres. Valencia subraya la creatividad y la inteligencia futbolística de jugadores como Luis Ludueña, Daniel Willington y Ángel Bocanelli, que marcaron la identidad del club en la década del 70. “El Hacha era un número 5 u 8 goleador, algo casi imposible. Tenía gol y quite. Luis Galván también era excelente. Cualquier jugador que entraba se contagiaba y jugaba bien. Esa fue la grandeza de aquel Talleres”, recordó, evocando la pasión que despertaban esos futbolistas entre los hinchas.
Valencia también rememora su experiencia con entrenadores históricos. Con Carlos Bilardo, aunque no tuvo contacto directo, guarda respeto por los logros obtenidos por el DT. Pero fue Menotti quien le marcó la carrera. “Como jugador del interior, tenemos que agradecerle que se fijó en nosotros. Nos dio la posibilidad de integrar una selección sin tanta tecnología ni medios. Él decía que si yo hubiera jugado en Buenos Aires, hubiera estado en El Gráfico todos los domingos. Yo jugaba en Córdoba, y eso marcó la diferencia”, señaló, reconociendo la importancia de Menotti en la apertura del fútbol argentino a talentos del interior.
El contacto humano, para Valencia, siempre fue esencial. Antes de la era digital, los jugadores compartían mate, música y charlas dentro de las habitaciones del equipo. “Eso fortalecía el vínculo entre nosotros —recordó—. Hoy todo pasa por la Play, los celulares, las redes sociales. El fútbol cambió, y eso también afecta la convivencia y la preparación mental del jugador”.
El uso de tecnología y la influencia del VAR son otros temas que generan reflexión en Valencia. “Hasta un gol se vuelve un cálculo: el jugador no sabe si gritarlo. Se contiene por miedo a la revisión. Eso afecta la emoción y la espontaneidad del juego, algo que antes era natural”, indicó, mostrando preocupación por la pérdida de esencia en el fútbol moderno.
Sobre la fama y la relación con los hinchas, Valencia mantiene un profundo sentido de humildad. “Sigo siendo el mismo. Siempre dije que jugaba a la pelota, no al fútbol. Lo material no era importante. Menotti decía que aunque haya un espectador, el jugador debe brindarse. Eso lo entendí y me quedó grabado. Se puede ganar o perder, y gracias a Dios gané más de lo que perdí. Fui muy feliz con eso”, confesó, evidenciando cómo los valores personales sostuvieron su carrera.
El diálogo con las nuevas generaciones es un componente central de su rol actual. Como embajador de Talleres, Valencia se dedica a transmitir valores y experiencias a los chicos de la pensión y a quienes sueñan con jugar profesionalmente. “Ha sido un reconocimiento muy importante —dijo—. Podrían ser muchos, pero me tocó a mí. A donde voy, la gente se emociona, especialmente la gente grande. Cuando hablo con los chicos, les digo que no bajen los brazos, que estudien, que sean buenas personas. No todos llegarán, pero si quedan enseñanzas de responsabilidad, respeto y dedicación, eso ya vale mucho más que cualquier título”, expresó, destacando la importancia de la formación integral junto al deporte.
Su vínculo con el club es profundo y cotidiano. Disfruta presenciando entrenamientos, participando en actividades con filiales y visitando escuelas de fútbol. “Me encanta ir al predio, ver los entrenamientos, las canchas que parecen mesas de billar, y recordar cuando corríamos en el Parque Sarmiento porque no teníamos cancha. Ahora tenemos todo eso, y me emociona”, aseguró, reflejando la gratitud por poder continuar ligado al club que lo formó y lo hizo crecer.
Sobre el presente del Matador y la preocupación de los hinchas por la tabla de posiciones, Valencia muestra calma y optimismo. “El momento actual es inexplicable, pero los ciclos se cumplen. Un equipo no es lo mismo todos los años —explicó—. Cada derrota se siente más, pero el club está en orden, y si se sacan cuatro puntos, estamos bien. No pienso en el descenso ni me asusta. Hay que mantener la cabeza fuerte y seguir adelante”.
Finalmente, la “Rana” enfatiza que su pasión por el fútbol permanece intacta. “El fútbol ha cambiado mucho, y habrá que adaptarse. Pero sigo yendo a la cancha, sigo viendo partidos, y el fútbol, aunque distinto, lo voy a seguir amando siempre. Es mi pasión, mi vida, y mientras pueda, estaré cerca de Talleres y de los chicos que sueñan con jugar”, concluyó, dejando en claro que su vínculo con la pelota y con su club trasciende generaciones.
