El trabajo confirma la caída del nivel de actividad en este tiempo respecto a 2019, que tampoco fue un buen año para el sector. En septiembre, el 47% de las industrias aún se mantenía con menor actividad que en 2019, aunque el punto más bajo en la caída de la actividad se vivió entre abril y mayo, cuando alcanzó al 81% de las firmas.
También se verificó una fragilidad en la cadena de pagos que tuvo dos comportamientos: en algunos casos se vio un corte, en otros una extensión. El peor momento se vivió en marzo y abril, pues en el mes del inicio de la cuarentena el 63% de las industrias registró cortes en la cadena de pagos, en tanto que un 17% afirmó haber padecido un estiramiento en los pagos.
Esos valores comenzaron a mejorar desde junio hasta llegar a otro estadio en septiembre: para ese mes, el corte de la cadena de pagos era un problema para el 14% de las firmas, en tanto que cerca del 15% manifestó experimentar un estiramiento.
Los problemas en la cadena de pagos también repercutieron en el nivel de cumplimiento de los compromisos de las empresas: en septiembre, el 50% de las firmas no estaba pagando impuestos, el 35% no pagaba a proveedores, el 33% tenía problemas para pagar los servicios públicos y el 18% se había atrasado en el pago de los salarios.
Por otro lado, se informó que el volumen de producción es menor para el 45% de las firmas, la capacidad productiva se mantiene igual para el 60% y la rentabilidad se redujo para el 68%.
Por último, se consultó sobre el estado de ánimo de la industria, al que los empresarios del sector catalogan como un 5 (en una escala de 1 a 10) lo que puede considerarse como una percepción de regular a mala, con variaciones según el tamaño de la firma pues las pequeñas reconocen haber padecido más la cuarentena que las grandes.