Frenar la sangría de dólares, una de las prioridades hasta noviembre

Por José Calero

Frenar la sangría de dólares, una de las prioridades hasta noviembre

Sostener las reservas del Banco Central mientras se aguarda que la reactivación vaya consolidándose será las estrategia económica oficial de cara a las legislativas de noviembre, en medio de un debate creciente sobre qué hacer con las tasas de interés. El Banco Central perdió US$ 100 millones diarios en reservas en las últimas dos semanas para mantener en caja la cotización del dólar; sostener semejante salida de divisas es inviable en el mediano plazo.

Ese desgaste provoca tensiones en la alianza gobernante, desde donde comienzan a pedirle al BCRA una suba de tasas de interés, que por ahora es resistida. La autoridad monetaria está pagando ya unos $ 100.000 millones mensuales de intereses por la enorme emisión de títulos (Leliq y pases) que supera los 4 billones de pesos, más del doble de lo que había dejado Mauricio Macri. En el Gobierno coinciden en la necesidad de llegar a un acuerdo con el FMI para refinanciar los vencimientos de los próximos dos años, que son impagables. El kirchnerismo pretende que el Congreso avale las negociaciones con el organismo, que según el presidente Alberto Fernández están «más cerca» de llegar a un acuerdo.

Este mes la Argentina tiene un vencimiento por cerca de US$ 1.900 millones, los pagará con los derechos especiales de giro (DEG) aportados por el FMI como parte del desembolso de ayuda a distintos países por la pandemia. En diciembre está agendado otro vencimiento similar, que se abonará también con DEG. El ministro de Economía, Martín Guzmán, debate con el ala dura del kirchnerismo por el plazo de la negociación, y explica que lograr más de 10 años de financiamiento es contrario al estatuto del organismo. La vicepresidenta Cristina Kirchner considera que la Argentina debe seguir buscando un acuerdo a más largo plazo, e incluso habla de 20 años. El problema es que en marzo del 2022 vencerán US$ 4.800 millones y no hay reservas para pagar semejante cifra. Así, las únicas posibilidades en agenda son llegar a un acuerdo o caer en un default de consecuencias imprevisibles para los próximos dos años de mandato.

Se observan dos grandes escenarios para después de las Paso del domingo último: una opción es que la alianza gobernante considere que la probabilidad de sostener el poder después de 2023 pierde chances y se incline por profundizar el modelo de mayor gasto fiscal (y, en consecuencia, déficit), más emisión y controles al dólar. Esta opción espanta a los mercados, porque consideran que enterraría cualquier posibilidad de que la Argentina recupere una posición de normalidad en el concierto internacional.

La otra alternativa es que el Gobierno encare a fondo un camino de normalización financiera que permite corregir desequilibrios. Si bien los agentes económicos consideran que esta sería la mejor alternativa, desconfían de que el kirchnerismo la encare, por lo que la economía poselectoral es incierta.

Está, como antecedente, el rumbo elegido luego de que Cristina Kirchner obtuvo la reelección en 2011, instauró el cepo cambiario y se inició un proceso de radicalización en los niveles de intervencionismo económico. Incluso se falsearon las estadísticas del Indec, una medida controversial por la que la Argentina sigue teniendo juicio ante tribunales de Nueva York.

De encarar nuevamente este camino, se advierte el gran riesgo que será enfrentar más inflación y pobreza. Es un flanco que el ministro Guzmán está dispuesto a defender a capa y espada, sobre todo luego de que el costo de vida se ubicó por debajo del 3% en agosto, un dato que el Indec confirmará esta semana.

El jefe de Hacienda insiste en su estrategia de «tranquilizar» la economía, y para ello necesita que en los próximos meses el costo de vida continúe en retroceso. El BCRA también necesita desacelerar la emisión de Leliq, que algunas consultoras estiman en unos $ 4,8 billones para fin de año. Si se alcanza semejante nivel de emisión de letras, la cuenta de intereses rondará los $ 1,3 billones. Guzmán sabe que, en caso de acelerarse el gasto público, contará con menos chances de obtener los fondos necesarios para financiar el déficit fiscal en la última parte del año. Esto haría crecer la tensión cambiaria y la presión sobre la tasas de interés.

Y, en medio de todo este escenario, el gran desafío es cómo reducir una brecha cambiaria que durante la semana previa a las Paso pisó el 90%. Con semejante brecha, es inviable cualquier posibilidad de llegada de inversiones. Quienes toman decisiones de inversión miran con detenimiento que las reservas netas del BCRA apenas superan los US$ 6.000 millones. Este dato debilita la posición para intervenir en el mercado cambiario y genera más ruido sobre qué puede ocurrir con la cotización de la divisa tras las legislativas de noviembre.

Guzmán dijo que el peso se depreciará un 24% este año, mientras en el mercado hay convencimiento de que en 2022 el panorama será distinto y el dólar acompañará la evolución de la inflación.

Este año, mientras los precios subieron 3% mensual, el dólar avanzó a un ritmo del 1%. Esto genera distorsiones que, en forma paulatina o vía un shock, en algún momento se deberán corregir. Allí radica uno de los grandes interrogantes sobre la economía que viene.

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