Cada vez más familias cordobesas piden alimentos de descarte en los almacenes de barrio para comer. Los pedidos no sólo provienen de los hogares vulnerables, sino también de los de clase media, golpeados por la crisis.
Entre otras cosas, se llevan pan duro, restos de fiambre y lácteos a punto de vencer. También piden verduras que se desechan porque ya no pueden ser vendidas.
“La gente que va a pedir a los almacenes se lleva el pan que no es del día y la leche que vence el mismo día. Estas mercaderías no se venden sino que los almaceneros las dan a quienes no tienen para comer”, dijo el director general del Centro de Almaceneros de Córdoba, Germán Romero, en diálogo con Puntal.
También se llevan las llamadas “colitas” de fiambre que quedan al costado de la máquina cortadora.
Según el Centro de Almaceneros, el 48,5 % de las Familias encuestadas declaró que, por falta de recursos, algún o algunos miembros integrantes de su hogar dejaron de desayunar, almorzar, merendar o cenar.
Y el 30% de los hogares cordobeses, en algún momento del mes, sintió hambre.
Según Almaceneros, el fenómeno social, que califica de “preocupante”, se observa “tanto en los barrios más humildes, como en los vecindarios de clase media”.
Cada vez hay más familias que concurren a los merenderos, que piden casa por casa comida o que van a los almacenes a solicitar mercadería que ya no se vende para poder sobrevivir.
Y ni que hablar de las personas que se ven por las calles revisando los contenedores de basura en busca de comida.
En el relevamiento de Almaceneros se consigna que “el 19,1% de las jefas y jefes de los hogares encuestados reveló que por falta de recursos, alguna vez del mes, su familia se quedó sin alimentos” para subsistir.