Harina de soja, principal exportación argentina, sufre caída histórica de precio

El valor FOB bajó a US$ 281 por tonelada, su nivel más bajo en 15 años, pese a mayor demanda global.

Harina de soja

La harina de soja, el principal producto exportado por Argentina, registra una caída histórica en su precio FOB, que descendió a US$ 281 por tonelada, el nivel más bajo en más de 15 años, según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Esto sucede en un contexto de cotizaciones deprimidas, aunque con señales positivas en la demanda global.

Durante la campaña 2024/25 se sembraron 18,4 millones de hectáreas de soja, un 6,4% más que en la temporada anterior, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Sin embargo, la fuerte caída del precio contrasta con este crecimiento productivo.

El aumento en la demanda de aceites vegetales, especialmente el aceite de soja, impulsado por políticas de biocombustibles, elevó el precio del aceite en más de un 30% durante el año. Este fenómeno incentivó el mayor procesamiento de porotos, lo que generó una oferta abundante de harina que no encuentra un consumo global equivalente, provocando un exceso de oferta y presión a la baja en los precios.

La harina de soja representa actualmente el 13,4% de las exportaciones totales del país, mientras que el complejo sojero, que incluye aceite, harina y poroto, representa el 27,6%. Para 2025 se proyectan exportaciones por US$ 9.044 millones, cifra superior a la del año anterior pero aún por debajo de los niveles históricos.

Exportación a China: avance con cautela

Un embarque de 30.000 toneladas de harina de soja partirá este mes desde San Lorenzo hacia China, marcando la primera exportación de este tipo entre ambos países. Sin embargo, expertos del sector mantienen una visión mesurada sobre la sostenibilidad de este mercado debido a que China tiene una industria de molienda muy desarrollada y enfrenta una guerra comercial prolongada con Estados Unidos.

Para la analista Lorena D’Angelo, “si China está comprando de Argentina es una buena señal”, pero añadió que no ve a China como un mercado importante este año. Julio Calzada, de la BCR, señaló: “Es una buena señal, pero es más política que de mercado”. China tiene una capacidad anual de molienda que supera en un 130% a la argentina, lo que genera dudas sobre la continuidad y volumen de futuras compras.

El ingreso de harina argentina a China fue aprobado en 2019, y aunque la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC) celebraron la apertura, se mantiene la cautela. Gustavo Idígoras, presidente de CIARA-CEC, calificó el embarque como “muy importante” y que debería “permitir un flujo permanente a futuro”.

Impacto de las retenciones y perspectivas de la campaña

Desde el 1 de julio, con el regreso del impuesto del 33% a las exportaciones de soja, el mercado se frenó casi por completo. En junio, la venta primaria fue récord con 10,1 millones de toneladas vendidas, frente a 3,9 millones en igual mes de 2024. Las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE) alcanzaron 13,3 millones de toneladas, pero tras el cambio impositivo la actividad cayó abruptamente.

El especialista Javier Preciado Patiño señaló que el programa de embarques de la campaña 2024/25 hasta septiembre está en línea con el promedio de los últimos siete años, aunque con un descenso respecto a la campaña anterior. La recuperación de exportaciones de aceite y harina podría darse recién desde octubre, salvo que una demanda externa impulse las ventas antes.

El precio de la soja en pesos ha resistido la suba de retenciones, pero en dólares continúa cayendo, lo que genera incertidumbre en los productores sobre la próxima siembra y posibles cambios en el área destinada a soja frente al maíz.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que el consumo mundial de granos crecerá entre un 10% y 12%, y el de derivados entre 12% y 15% para 2030. Argentina podría jugar un rol clave en satisfacer esta demanda, aunque diversos analistas advierten que la producción local se encuentra “estancada” y depende de la mejora de la situación macroeconómica y expansión productiva.

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