Todo fin de fiesta deja un sentimiento vago de nostalgia por los momentos vividos. Este año, no hará más que incrementarse tras el cierre de la 36 edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que volvió a reunir en las salas de la ciudad feliz a cientos de cinéfilos ansiosos por descubrir las películas que tuvo para ofrecer, tras casi dos años de encierro por la pandemia del coronavirus. Esa emoción que los portugueses saben definir mucho mejor con la palabra “saudade” se impone no sólo por la oportunidad excepcional de reencontrarnos con el cine como experiencia social compartida que ofreció el festival, sino también por la propia programación, que una vez más estuvo a la altura de los desafíos gracias al esmero del equipo comandado por la cordobesa Cecilia Barrionuevo.
Pese a la disminución de la cantidad de películas respecto a las últimas ediciones presenciales -y al sinfín de dificultades que enfrentó la organización-, el cine volvió a brillar en Mar del Plata con su mayor vitalidad: hubo apuestas riesgosas, heterogéneas y certeras en las distintas competencias –donde se pudieron descubrir grandes filmes, especialmente en la Internacional- además de los focos habituales, que presentaron por ejemplo a la notable cineasta alemana Helke Misselwitz o recuperaron el cine de oro japonés en 35 milímetros con la retrospectiva de Machiko Kyó, que por sí solo habría justificado trasladarse a la ciudad costera. La organización supo capitalizar además la experiencia pandémica para ofrecer casi la totalidad de su programación vía online, federalizando el festival como nunca antes. Aún en su austeridad, el encuentro presentó 223 títulos entre cortos y largos en sus diferentes secciones, 300 funciones presenciales en nueve cines, que siempre llenaron el aforo permitido del 80% por las condiciones sanitarias. El saldo es sin dudas positivo y renueva los desafíos para las futuras ediciones por venir.
Pero vamos a los hechos para no caer en palabras vacías. La gran ganadora del festival fue la película iraní “Hit the Road”, ópera prima del director Panah Panahi –hijo del célebre Jafar Panahi–, que se alzó con el Premio Astor Piazzolla al Mejor Largometraje de la Competencia Internacional. Comedia de tono levemente costumbrista, que se va oscureciendo a medida que descubre su trama, el debut de Panahi tiene varios condimentos que justifican su elección: su capacidad para sintetizar las tradiciones estéticas y narrativas que laten en la estirpe del director (empezando por el propio Panahi o Abbas Kiarostami), las resonancias políticas de su drama (que se mantienen como un inquietante fondo y nunca contaminan la trama), la fotografía imponente de los paisajes montañosos, la amabilidad del relato, donde el humor es conducido por un niño tan querible como histriónico (en una competencia donde la infancia y la adolescencia fueron los grandes protagonistas) y por supuesto la eficacia de sus personajes. La película narra el viaje de una familia por el interior de Irán para llevar al hijo mayor al cruce ilegal de la frontera con Turquía, sin apelar nunca al melodrama y descubriendo de a poco el sentido del viaje, apelando incluso a una mezcla de género muy efectiva, donde la música tiene también un protagonismo relevante.
El jurado presidido por la cineasta paraguaya Paz Encina e integrado por el uruguayo Federico Veiroj, entre otros, distinguió también a las otras grandes participantes de la Competencia Internacional. Otorgó así el Premio Especial a la notable “What Do We See When We Look at the Sky?”, del georgiano Alexandre Koberdize –que ya fue reseñada en HDC-, mientras que como Mejor Director premió al gran Miguel Gomes y Maureen Fazendeiro por el celebrado filme “Diarios de Otsoga”, otro ensayo lúdico donde el director portugués lleva al extremo su capacidad de jugar con el propio proceso realizativo. El galardón al Mejor Guion fue para Ramon Zürcher e Silvan Zürcher por la suiza “The Girl and the Spider” –también reseñada en HDC- y “Espíritu sagrado” del español Chema García Ibarra. Mientras que “Kim Min-young of the Report Card”, de las coreanas Lim Jisun y Lee Jae-eun, obtuvo una Mención Especial. Como Mejor Actriz ganaron la española Candela Recio por la entrañable “Quién lo impide” y Zelda Adams por la urticante “Hellbender”.
Por otro lado, en la Competencia Latinoamericana, el Astor Piazzolla a la Mejor Película fue para “Jesús López”, primera y lograda incursión en el cine de género del entrerriano Maximiliano Schonfeld -acaso la película argentina del festival-, mientras que la peruana “De todas las cosas que se han de saber”, de Sofía Velázquez Núñez, obtuvo una Mención Especial; y “Síndrome de los quietos”, de Elías León Siminiani, ganó como Mejor Largometraje. Por su parte, el Jurado de la Critica Joven eligió como Mejor Ópera Prima Latinoamericana a “Estrella Roja”, de la cordobesa Sofía Bordenave, otro de los grandes aciertos de Mar del Plata. A su vez, en la Competencia Argentina, “Las cercanas”, de María Alvarez, ganó el premio a la Mejor Película; Agustina Pérez Rial recibió el galardón a la Mejor Dirección (Premio José Matínez Suárez) por “Danubio”; y “Engomado”, de Toia Bonino y Marcos Joubert, ganó como Mejor Cortometraje, entre otros galardones de la sección.
Por último, el premio a la Mejor Película de Estados Alterados -sección centrada en filmes que apuestan al riesgo y la experimentación- fue para la india “A Night of Knowing Nothing”, de Payal Kapadia, mientras que el documental estadounidense “Nuclear Family”, de Travis Wilkerson y Erin Wilkerson, se llevó una Mención Especial.
Con el estreno estelar de la última película de Pedro Almodóvar, “Madres Paralelas” –que sólo se verá en salas en Mar del Plata, ya que irá directamente a Netflix-, la 36 edición concluyó con una ceremonia en la imponente sala del Teatro Auditorium, donde se anunciaron los premios y se revivieron los momentos de alto glamour de la historia del festival, aunque también hubo lugar para la actualidad del sector en las palabras del vicepresidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), Nicolás Batlle, quien advirtió sobre la necesidad de defender el fomento al cine. “Es importante defender el proyecto del diputado Pablo Carro (FdT) que plantea algo muy importante (…): apoyar el proyecto que elimina la caducidad del fondo cinematográfico el 31 de diciembre de 2022”, aseveró Batlle, que explicó que “es fundamental entender la necesidad de conservar la autarquía del Incaa, que mantenga su independencia y mantenga la posibilidad de mantener esos ingresos”. El compromiso es ir por más.