Don Osvaldo en Córdoba: un faro encendido en la memoria

La banda del Pato Fontanet volvió a nuestra provincia con un show en Plaza de la Música colmado de emoción, compromiso social y memoria activa.

Don Osvaldo en Córdoba: un faro encendido en la memoria

Crónica por Fátima Vanessa y Zapata Karen

Don Osvaldo volvió a Córdoba y transformó la Plaza de la Música en un verdadero ritual rockero. Desde la previa, el clima ya era de celebración: cánticos espontáneos, banderas en alto y canciones compartidas entre rondas de fernet, vino o cerveza marcaban el paso de lo que vendría. Esa energía colectiva, nacida en las primeras filas y extendida hasta el fondo, se sostuvo intacta hasta las 20.40, cuando las luces se apagaron, la pantalla mostró un faro y el sonido de los tambores rompió el murmullo: Don Osvaldo estaba en escena.

El show de Don Osvaldo duró un poco más de dos horas e hizo emocionar a una Plaza de la Música repleta.

Con entradas agotadas, la Plaza de la Música se convirtió en punto de encuentro para seguidores de todo el país. Se vieron banderas de múltiples rincones y una audiencia tan diversa como unida: familias con hijos pequeños, grupos de amigos, jóvenes y adultos. Muchos niños sobre hombros, cantando con fuerza, agitando pañuelos o remeras, formaron parte activa del ritual. La emoción atravesó generaciones: hubo abrazos, lágrimas y una conexión visible entre desconocidos unidos por una misma causa: estar ahí.

Un mensaje claro desde el escenario

Desde que Patricio Santos Fontanet pisó el escenario, la noche tuvo una impronta política y emocional. Vestía una remera con la leyenda “Memoria, Verdad, Justicia”, y más adelante sumó un gesto simbólico: ató a su micrófono una unión de banderas que representaban distintas luchas sociales —la diversidad sexual, el feminismo, el aborto legal, entre otras—. Esos colores lo acompañaron toda la noche, convirtiéndose en un emblema de la música como espacio de expresión y compromiso.

Durante distintos momentos del recital, cada integrante de Don Osvaldo tuvo su espacio para brillar. Solos musicales, gestos hacia el público e interacciones cargadas de emoción permitieron que el talento individual se luciera sin perder la esencia colectiva. Álvaro Puentes (guitarra), Christian Torrejón (bajo), Gabriel Geréz (teclados), Juan Falcone (percusión), Leopoldo Janin (saxos) y Luis Lamas (batería) construyeron un ensamble sólido y sensible, donde la integración fue total: más que acompañar a la voz de Pato, fueron parte central del espectáculo. El aplauso sostenido que recibieron fue muestra clara de esa conexión.

Una lista de temas que recorrió el alma del proyecto

La noche tuvo un recorrido musical amplio y profundo. Desde el arranque con Políticamente correctos, Palo borracho y Siento un pensamiento, la banda repasó distintos momentos de su discografía. Siguieron Ahogados de razón, Flores por piedad, Otro viento mejor, Barrilete, Lo que se dice y lo que se hace, Una nueva noche fría y Tanto de todo, en una primera parte que alternó entre la melancolía y la energía del pogo. También sonaron Armar de nuevo, No volvieron más, Vaivén, La llave, Sueño, Rotos y descosidos, No somos nadie, Mis latidos, Los invisibles, El nudo, Acordate, Ilusión, O no, 9 de julio, Misterios, Dos secas, Prohibido y Creo. Para el cierre, el clásico Suerte selló la despedida con euforia. Pero hubo una sorpresa más: fuera de lista, Fontanet cantó a capela Un lugar perfecto, un momento íntimo que dejó al público emocionado.

Banderas que no se bajan

Uno de los momentos más conmovedores de la noche fue el homenaje a las víctimas de Cromañón. Al pronunciar desde el escenario el pedido de justicia, la emoción atravesó toda la ex Vieja Usina. Se nombraron a las víctimas una por una, y entre el público se multiplicaron los abrazos, las lágrimas y el silencio respetuoso. No fue una mención aislada, sino un eje central del recital. Como en cada presentación de Don Osvaldo, el pasado se hizo presente y el escenario se transformó en una tribuna de memoria y reclamo. La consigna fue contundente: “Seguimos pidiendo justicia para las víctimas de Cromañón”. El tema elegido para ese momento fue O no.

Fontanet y el pedido de justicia por la tragedia de Cromañón.

Durante el show, la pantalla gigante proyectó frases que ampliaron el mensaje social del grupo. “Ningún pibe nace chorro” fue la primera, seguida de otra que decía: “La inseguridad no se combate con cárcel, sino con dignidad, alimento, oportunidades”. Poco después, Fontanet remató con una frase irónica pero directa: “Esto en la derecha fest no se ve”. La música, en Don Osvaldo, convive con la denuncia, el posicionamiento político y el compromiso con las realidades que atraviesan a gran parte de su público.

La música, en Don Osvaldo, convive con la denuncia, el posicionamiento político y el compromiso con las realidades que atraviesan a gran parte de su público.

La Casita Trans, asociación civil en defensa de los derechos de niñeces y juventudes trans y no binarias, también tuvo su espacio en el escenario. Desde los días previos, los flyers con información del show incluían un pedido especial: “Se estarán juntando alimentos no perecederos para la Casita Trans desde la apertura de puertas en el ingreso al show”.

Durante el recital, integrantes del espacio subieron al escenario junto a Rocío “Chio” Bastos, quien compartió su historia: “Mi causa fue la bandera amarilla, la de ‘Justicia, Callejeros Inocentes’. Ahí conocí al papá de mi hija”

En diálogo con Hoy Día Córdoba, Chio expresó:

Con mi compañero de vida Eduardo somos seguidores de la banda desde el 2003. En ese año nos conocimos y fuimos a muchos recitales suyos. Vivimos Cromañón muy de cerca. Fuimos partícipes de la movida en defensa de la inocencia de Callejeros. La banda es parte de nuestra vida.

La Casita Trans, asociación civil en defensa de los derechos de niñeces y juventudes trans y no binarias, también tuvo su espacio en el escenario.

Su lucha continuó con la menor de sus tres hijos, esta vez por el derecho a una vida digna y a la atención integral para las personas trans. Desde el 2019 participan de La Casita Trans para “buscar respuestas, contención y conocer otras experiencias, siempre desde el respeto de la identidad de Zoe”, su hija.

Pato Fontanet llamó a colaborar: “Averigüen en qué pueden ayudar, con qué pueden colaborar. Realmente necesitan ayuda”. Luego sumó al pie de su micrófono —donde ya estaban otras banderas de lucha— el estandarte de la Casita Trans, la bandera del orgullo y un pañuelo por los 30.400 desaparecidos. Más información sobre la organización en @lacasitatrans.

@lacasitatrans vía Instagram.

Una pareja, una promesa y una bandera que recorre el país

Hacia el final, conocimos a Fernanda Pintos y David Tapia, una pareja de Florencio Varela, Buenos Aires. Viajan por Argentina “acompañando” a Don Osvaldo: ya han estado en Chaco, Catamarca, San Luis, Misiones, San Juan, Tucuman, Salta y Buenos Aires (en Junín y Mar del Plata).

Fernanda y David, junto a Pato Fontanet en Chaco.

Siempre en primera fila, llevan una bandera con la frase “Vas siempre conmigo hasta volverte a ver”, tomada del tema Flores por piedad. La entregan al Pato al comenzar el show, y él la lleva consigo durante toda la noche, a veces como poncho, a veces abrazada a su cuerpo. “La frase es para mi papá, que falleció”, contó Fernanda. “Llevar la bandera es una promesa. Es una forma de sanar, de transformar el dolor. Porque la música —dice— también es eso: un refugio, una manera de seguir adelante”.

Una gira que sostiene una causa viva

El show en Córdoba formó parte de una gira extensa que comenzó en marzo con dos funciones en el Estadio de All Boys ante 40.000 personas, y que ya pasó por ciudades como Mar del Plata, Rosario, y Junín. En cada lugar, la respuesta del público ha sido la misma: masiva, intensa, profundamente emocional. Don Osvaldo, que nació como proyecto en 2014 y hoy cuenta con tres discos de estudio —Casi Justicia Social I y II, y Flor de Ceibo—, mantiene viva una propuesta que combina rock, militancia y una conexión única con su gente. Lo de anoche en Córdoba fue una nueva prueba de eso: una fiesta popular, pero también un acto de memoria colectiva.

 

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