Gestado desde los tiempos de la pandemia, el disco supuso un desafío para incorporar nuevos sabores y texturas que, según él mismo reconoce, retroalimentó de manera virtuosa también al Klan batallero, que adquirió un bienvenido perfil más musical.
“La verdad es hermoso estar viendo este momento, el disco es como un hijo; y lo digo yo que soy padre de dos. Tuvimos que aprender, educar nuestros oídos, instruirme un montón, transformarme de rapero a músico”, confió Klan en declaraciones a la agencia Télam, y amplió: “Porque si bien yo tengo mis discos de rap, son para oídos explícitamente raperos, y lo que busqué en este disco es que me entiendan los raperos, pero que me entiendan todas las personas”.
El artista aseguró que el álbum es para él un “gran al desnudo” en el que estuvo dispuesto a mostrar tanto las partes que lo “enorgullecen” como “las que no también”.
¿Qué tuviste que aprender? ¿Qué cosas no tenías en tu repertorio?
Klan: Paciencia, sobre todas las cosas. En el pasado he llegado a sacar tres discos por año, algunos dos, o por ahí uno solo, pero muchos temas. Siempre grabar sin mezclar ni masterizar y subirlo con una tapa de una foto vieja o cosas así. Y pasar de toda esa manija a la paciencia de un trabajo elaborado, de entender la composición, de la letra, de trabajar los flows, de trabajar los mensajes, de hacer una cantidad de temas y después hacer una selección.
El estudio fue un lugar donde aprendí a combinar mis habilidades como compositor junto con mis habilidades como freestyler, porque el freestyle también me daba muchas herramientas, muchos flows muy buenos que por ahí antes los perdía. Aprendí a crear este híbrido entre los flows y la energía que se transmite en el escenario tirando freestyle junto con la paciencia de la composición y la elaboración que lleva un disco. Imaginate que antes mis temas arrancaban rapeando al segundo cero y terminaban a los 4 minutos con rimas sin parar. Y hoy por hoy pienso en la composición de una canción como tal para los oídos de los oyentes.
Y también en una época en la que el concepto disco parece haber perdido relevancia y la mayoría publica de a singles. ¿Para vos era importante ir a contramano en ese sentido?
Tal cual. Lo que quise hacer es contar exactamente una transición, una evolución y un relato. Vas a empezar a escuchar el disco y cuando lo termines entendés cuál es la vuelta.
¿Cómo retroalimenta el disco al freestyler?
El freestyle ayudó a la hora de la velocidad de la composición, o de no ahogarme en un vaso de agua a la hora de no poder salir con una estrofa o una temática de un tema. Cuando me sentía encerrado y no sabía cómo salir, muchas veces el freestyle y la habilidad de poder improvisar en batallas me sirvió como para destrabar un flow o una frase improvisándola, y eso terminó desatando en la composición de una nueva oración en la música.
Al mismo tiempo en el estudio aprendí a cada cierta cantidad de compases cambiar mis flows para enriquecer lo que se escucha. Y eso mismo inconscientemente lo pasé a los escenarios, eso también tuvo mucho que ver con esa evolución mía, que dice la gente que tuve en la pandemia, que en realidad lo que me estaba pasando es que yo estaba del estudio a los escenarios.