La temporada que suena, Envidiosa y su relato musical en los últimos cinco capítulos

En la segunda entrega de la reseña, a partir del capítulo 6, la trama de la serie se vuelve un intrincado juego entre el deseo de Victoria de ser madre y la necesidad de vigilar a Matías.

La temporada que suena, Envidiosa y su relato musical en los últimos cinco capítulos

Envidiosa, su nueva entrega ya está disponible en Netflix

La ficción de «Envidiosa» abandona momentáneamente la superficie de la envidia social para adentrarse en la intimidad de los miedos más corrosivos. A partir del capítulo 6, titulado «Mina de minas», el relato se centra en la vulnerabilidad de Victoria y en el alto precio —literal y emocional— de su mayor deseo: ser madre.

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Mie-dos

El diálogo con su psicólogo establece la línea de tensión emocional. Victoria confiesa que la acechan sueños recurrentes donde Matías la abandona, ya sea por Lola o por mujeres de su pasado, demostrando que la ansiedad por la pérdida está íntimamente ligada a su relación.

Más tarde, en la consulta médica confirma que sus óvulos están en óptimas condiciones, abriendo la puerta a la esperanza. No obstante, esta esperanza se enfrenta a una dura realidad: el tratamiento cuesta 8 mil dólares. Matías, con seguridad, promete cubrirlo gracias a un evento «lucrativo» en Cascadita al que asistirá con Lola. Victoria, aunque a regañadientes, acepta.

Es en esta situación en donde el dinero se convierte en el epicentro de la desconfianza. En su conversación con Lucila, Victoria expresa su inquietud por el efectivo que le entrega su marido y la necesidad de una caja fuerte. Esta observación despierta una alarma en Lucila sobre los movimientos de su propio marido.

Motivo que la lleva a confrontarlo, ahi descubre una doble traición que rompe su mundo: no solo los movimientos sospechosos de su pareja, sino el hecho de dejar embarazada a su amante. Este shock se vuelve un catalizador para Victoria. La infidelidad ajena le inyecta una dosis de desconfianza que la lleva a cuestionar la honestidad de Matías, justo cuando están por tomar una decisión trascendental.

La canción “No te alejes” de Ainda & El Zar se enhebra magistralmente en la consecución tres eventos de quiebre. El tema acompaña el rostro de preocupación de Victoria ante la oferta de dinero de Lucila, el desazón de Carolina tras el perssitente conflicto con Fermín, y el llanto de Lucila al enterarse de la verdad sobre su matrimonio.

La letra, con versos como: “Tengo un altar / Con velas que / Prendo de vez en cuando / Para saber / Si me pensás / O te estás alejando” y el coro directo: “No te alejes tanto / Te quiero siempre / A quien apunta al corazón / Es a quien quiero” subraya la necesidad de certeza y el miedo a la soledad que atraviesan las tres mujeres.

La música no solo ambienta, sino que ofrece una perspectiva unificada sobre la fragilidad emocional que sienten al sopesar cómo continuar con sus vidas.

Las tres amigas se reúnen más tarde en casa de la madre de Victoria, quien les aconseja cambiar el foco y liberarse de la tensión acumulada. Es allí donde Lucila, movida por su propia experiencia de engaño, planta la semilla de la vigilancia y convence a Victoria de viajar a Cascadita, no solo para que Carolina se distraiga de su pelea con Fermín, sino para espiar a Matías.

La decisión del viaje llega al ritmo de “Eléctrico” de Lucas & The Woods. La canción capta la mezcla explosiva de miedo, deseo y necesidad de acción que define el final del capítulo.

“Algo pasó y todo se volvió eléctrico… / Bailar de golpe y sin dudar / No es algo que haría yo / Es la tensión, me pone ahí / Está en el aire

Esta vez, la letra refleja que, si bien la acción es frenética e impulsiva («Bailar de golpe y sin dudar»), está impulsada por una fuerza externa y urgente: «La tensión». El ambiente se vuelve frenético y eléctrico, marcando la pauta para una inminente confrontación de la realidad de Victoria, que ya no puede postergarse.

Número perfecto

El idílico viaje a Cascadita, concebido como una misión de espionaje, se convierte rápidamente en un espejo incómodo para Victoria en el capítulo 7, «La pájara loca». Lejos de encontrar pruebas de infidelidad, la protagonista se topa con el conflicto más difícil. el que reside en su propia cabeza.

El episodio comienza con dos sueños consecutivos que definen la agenda del viaje. Primero, una charla sobre los celos con Fernanda. Luego, la cruda confesión en el plano onírico: Victoria no busca confirmar la infidelidad de Matías, sino «buscar otra cosa» en Cascadita, algo que le dé una excusa para no tener que confiar en él antes de dar el paso del embarazo. El miedo al abandono se transforma en un miedo a la felicidad y al compromiso total.

Mientras las amigas intentan distraerse con paseos y avistamiento de aves, Carolina llama a Matías. La conversación con Fermín había revelado que sus amigas mintieron sobre el viaje. El cruce telefónico es tenso y, lejos de ser un momento de consuelo, se convierte en la gran confrontación del viaje.

Carolina, siempre más frontal, obliga a Victoria a enfrentar la verdad detrás de su desconfianza. En medio de una fuerte discusión, le arroja una verdad incómoda, Victoria se está «boicoteando». Le insiste en confiar en Matías y le asegura que Lola es irrelevante.

El reproche más profundo de Carolina es revelador:

«Victoria, vos buscás excusas para arruinar la relación. Querés volver al lugar de antes: para ser la Vicky de antes. La envidiosa, la resentida, la que nadie la elige, porque le queda cómodo

La envidia que la definía era, paradójicamente, una zona de confort. Esta acusación, que resuena con la necesidad de ayuda en el modelo de satisfacción, impulsa a Victoria a un shock emocional.

El momento culmina con las tres amigas llorando, y, en un toque de humor, siendo picadas por hormigas. Tras pasar por el médico, Victoria se encuentra con Matías en el hotel y, sin darle mayores explicaciones, miente sobre la naturaleza del viaje.

El capítulo no se cierra con una reconciliación romántica, sino con un acto de profunda introspección y vulnerabilidad. A pesar de haber mentido sobre el alta, Victoria va a pedirle ayuda a Fernanda.

Tras lo que le dijo su hermana, verbaliza su necesidad de cambio: «Necesito volver.» La psicóloga, con una mirada profunda y sin juicio, la invita a pasar, marcando el inicio de un camino de distinto.

El cierre musical acompaña este quiebre emocional con “Hace falta elegir” de Josearmen. Los versos:

“se acercó la primavera / se acercó y dejó detrás todo eso / que nos daba miedo… / entro en la batalla / suelto el tiempo / mirame bien cuando te hablo”

y en especial: “a veces soy distante / a veces me hago la importante / no hay espacio / ir despacio es nuestro artesubrayan la decisión de la arquitecta para dejar atrás los viejos miedos y para iniciar la «batalla» interna. La letra le da un marco de inspiración a su elección de «volver» a terapia, entendiendo que el cambio requiere valentía y un nuevo ritmo.

Mala madre

El octavo episodio de «Envidiosa» se estructura como una montaña rusa emocional, donde la protagonista prueba el dulce sabor del éxito profesional y la amarga frustración de la mentira. «Mala madre» obliga a Victoria a decidir qué tipo de vida quiere construir, exponiendo su contradicción entre el deseo de ser madre y la ambición.

El episodio comienza con Victoria y Matías al cuidado de Emma, la hija de Carolina. Este «ensayo» de paternidad y maternidad abre un diálogo sobre su futuro como familia, que luego Victoria comparte en su sesión con Fernanda. Curiosamente, es en un momento de soledad, paseando a Emma y siendo confundida con su madre —una situación que le agrada—, cuando la realidad laboral la irrumpe: la empresa que la había rechazado la llama.

Sin poder dejar a Emma al cuidado de nadie, Victoria acude a la entrevista con la niña. Lejos de ser un impedimento, su carácter y experiencia le valen una propuesta mejor: un puesto de alto nivel. En simultáneo, la trama secundaria avanza: Lucila, Debbie y Pilar logran encontrar la plata escondida del marido de Lucila, aunque son descubiertas en el acto. Por su parte, Carolina le comunica a Fermín que su relación ya no tiene forma plausible de continuar.

El momento del éxito profesional de Victoria es electrizante. Le muestran su nueva oficina y la escena explota en una coreografía de felicidad, musicalizada por “Me vuelvo cada día más loca” de Marilina Bertoldi y Juliana Gattas.

La letra es un grito de liberación que acompaña perfectamente su ascenso, aunque sugiere la tensión interna que la impulsa: “No me aguanto a las personas / que me apuran para caminar… / Y en el medio de este lío / voy sangrando por la boca / y mi alarido me entra un poco más / porque soy parte de esta historia / y me vuelvo cada día más loca

La canción remarca el quiebre de Victoria con el ritmo preestablecido, su rechazo a ser «apurada» y su reivindicación personal en un mundo caótico. La plenitud laboral se siente como una victoria sobre sus propios límites y los ajenos.

Tras esa felicidad, Victoria se enfrenta a las consecuencias de sus acciones. Tiene una dura conversación con su hermana y amigas, quienes la confrontan por toda la cadena de engaños: espiar a Matías, la mentira de su anterior postulación, la cuenta de hater hacia Lola y la supuesta alta de Fernanda.

Mientras tanto, Matías habla con Lola y, en un momento de reflexión, se da cuenta de cuánto detesta las mentiras, agradeciendo (o pensando) que su relación con Victoria es honesta. Es en ese instante que Victoria, abrumada por la culpa, le confiesa todo lo que hizo en Cascadita.

La reacción de Matías es la más temida: un enojo profundo y doloroso, al sentir que ella ha roto la confianza y, con ello, la pareja que tanto temía perder. El desmoronamiento de la relación se sella con El bolero” de Yami Safdie y Milo J.

La canción, con su tono melancólico, encapsula el lamento por la pérdida y el daño causado por la falta de honestidad: “Ay, sácame esta maldición, por favor / Esta que hace que no pare, que no pare de pensar en vos… / Nunca fuimos iguales, quise bienes y me distes males / Pero ni navegando los mares habrá alguien que se acerque a vos”

Este bolero finaliza el episodio, dejando claro que el mayor boicot de Victoria no fue arruinar una entrevista, sino destruir la base de confianza de la relación que quería preservar.

Llega el día

El episodio «Perdiendo aceite» retoma la discusión con Matías tras su confesión. Victoria llega a su sesión con Fernanda exhausta de sí misma, reconociendo que está «rota». La terapeuta le recuerda que, si bien puede hablar de todos sus sentimientos, no le da espacio a la posibilidad de su embarazo, sugiriendo que el miedo a ser madre es el verdadero tema silenciado. Victoria huye de la sesión, sintiéndose incapaz de lidiar con la verdad.

Al salir, la melodía de Sin mirar atrás” de Facundo Grandío y Catalina Bayá acompaña su estado de negación:

“Voy paseando lento / sintiendo el latido de mi corazón / Puede que quizá, tal vez / mañana haya otra ocasión / Voy sin pensar

Victoria se refugia en su nuevo trabajo, donde la felicidad por la bienvenida la lleva a comer torta en exceso (pese a que debe ayunar para la operación) y a manifestar ideas de cancelar el procedimiento. Mientras los médicos insisten en que todo está listo, Matías, influenciado por los fans que romantizan su relación con Lola, reflexiona sobre la inseguridad de Victoria. Lleno de comprensión, decide perdonarla y acudir al hospital para acompañarla.

El brote ocurre en el peor momento. Una llamada de su hermana, en crisis por la carta documento de Fermín que solicita la tenencia de Emma, sumada a sus propias dudas existenciales, detona en Vicky en un ataque de pánico. Ella detiene la operación. El colapso es musicalizado por Lo que queda” de Barbi Recanati:

“Esperé y lo acepté, lo acepté / Y lo acepté, lo acepté / Y ahora / Nos queda lo que queda

La canción destaca el momento de rendición, ese en el que Victoria acepta que no puede seguir forzando un camino que no siente, y en el abrazo de Matías, todo se apaga.

Verdades (Capítulo final)

«El pan y la torta» comienza con un potente sueño: Victoria, de nuevo, no es elegida en un partido de fútbol con sus seres queridos. Este miedo a no ser suficiente o elegida por su tribu la persigue hasta el final.

Matías llama a Fernanda, iniciando una intensa sesión. Victoria, finalmente, se desarma. Confiesa su miedo más grande: no quiere tener un hijo, pero lo ha estado persiguiendo solo para «que Matías no se vaya». Ella revela que ha pasado demasiado tiempo haciendo cosas para que los hombres la elijan. Fernanda, con coraje, le responde la pregunta definitiva: «“¿Vos me querés, Fernanda?”». La terapeuta, tras una pausa, le dice: «Mucho». El abrazo y el llanto sellan el reconocimiento de su valor propio.

Victoria se va liberada y busca a su perro, Roto. El perro la guía a una galería donde Matías está sentado con una mujer y un niño. Es allí donde la protagonista, en un acto de honestidad recién estrenada, le dice a Matías que no quiere tener hijos.

La escena se quiebra cuando el niño se acerca y le dice: «Papá». Matías, con el peso de la culpa, confiesa: es su hijo. Ese hecho la golpea de forma inesperada y definitiva, justo cuando ella había encontrado la fuerza para ser honesta consigo misma.

El final abierto y devastador es acompañado por el himno del rock nacional Hablando a tu corazón” de Charly García y Pedro Aznar, dejando a la audiencia con la imagen de un futuro completamente reconfigurado por la honestidad tardía y miedo encarnado.

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