El escritor Sergio Chejfec falleció el sábado a los 65 años en la ciudad de Nueva York, donde vivía y daba clases. Su legado fueron varias obras traducidas al inglés, portugués, francés y alemán e incluye títulos como «Los planetas», «El llamado de la especie», «Cinco», «Mis dos mundos» y los más recientes «Teoría del ascensor» y «No hablen de mí. Historia de un museo».
La noticia fue confirmada por la editorial Entropía, donde había publicado, en el año 2018, «Teoría del ascensor», una narración que sigue el cauce de pensamientos aislados, como paradas de un elevador, por recuerdos, anécdotas, reseñas o apreciaciones de escritores, traducciones y libros (Mercedes Roffé, Antonio Di Benedetto, Juan José Saer).
El autor dictaba cursos y talleres de literatura en el Programa de Escritura Creativa en Español de la New York University y desde hacía tres décadas no vivía en el país, aunque venía de visita y estaba atento a las publicaciones contemporáneas. El último viaje a Buenos Aires había sido el diciembre último.
Autor de narrativa, ensayo y poesía, Chejfec nació el 28 de noviembre de 1956 y volvía al país al menos una vez por año donde asumía tareas como docente en dos cátedras de maestrías: la de Escritura Creativa (Untref) y la de Literatura Argentina, de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Recibió el premio Konex, fue becario de la Fundación Guggenheim (USA) y residente en Civitella Ranieri (Italia).
«La literatura es lo único que se escribe sin ningún motivo y sin ninguna función. Todo lo demás tiene una función, desde los manuales de instrucciones hasta los discursos políticos, desde la prensa hasta los prospectos de los remedios. La literatura es lo único que no se espera y no se sabe muy bien para qué está escrito. Me gusta la literatura que declama su condición hipotética, que tanto podría estar como no estar, que no es imprescindible su presencia», manifestó el escritor en una entrevista.
Sebastián Martínez Daniell, uno de los responsables del sello Entropía, quien comenzó un vínculo como editor y luego se transformó en su amigo, dijo que «fue un privilegio ser sus editores y haber participado, aunque sea mínimamente, en la difusión de su obra, una de las más sólidas y originales de la literatura argentina de los últimos 50 años».