La historia de Nicolás, el joven güirista de La Mona Jiménez

A los 18 años, se convirtió en el nuevo músico de “El Mandamás”, participando en giras y presentaciones, mientras continúa grabando percusión para distintos proyectos musicales.

Nicolas Vazquez junto a La Mona Jimenez

El joven de Ordóñez comenzó tocando con Trulalá y hoy brilla en el escenario junto a La Mona Jiménez.

Hay sueños que nacen en casa, a través de la curiosidad de un niño, esos sueños se afinan a escondidas, con un CD girando sin pausa. Lo que empieza como diversión, con el tiempo se transforma en trabajo y pasión. Tienen testigos, marchan a la par de otros sueños, se expanden y crecen día tras día. Encuentran el momento perfecto para chocar con la oportunidad… o, mejor dicho, el soñador busca y encuentra la oportunidad.

Desde los tres años, a veces intentando sostener una güira sobre sus rodillas y otras jugando con un rallador de cocina, Nicolás Vázquez soñaba con los grandes escenarios. Hoy, a sus 18 años, ese sueño se materializó: es el güirista de La Mona Jiménez

Nicolás, oriundo de Ordóñez, un pueblo de Córdoba, creció inmerso en la música gracias a la influencia de su padre, quien fue su principal referente y tocó en bandas reconocidas como Los Iracundos (un clásico de los años 60). Fue en una de las bandas de su padre, D’ javú, donde descubrió la güira, un instrumento que lo cautivó desde el primer momento. Aprendió a tocar la güira y otros instrumentos de manera autodidacta, con tutoriales y práctica constante. 

De niño improvisaba con lo que tenía en casa: “Le sacaba el rallador a mi vieja, agarraba un tenedor y me ponía todos los días. Después agarraba las ollas, típico de músico de chiquito, le rompía todo”, recordó entre risas.

Desde pequeño, con la chispa que marcaría el comienzo de su camino en la música.

Primeros pasos con Trulalá

Su primer acercamiento serio a la música llegó a los 16 años, cuando ingresó a Trulalá, la banda de sus sueños. La conexión con el grupo nació de un disco llamado Raza Única que su padre compró, y que él escuchó incansablemente en el auto, hasta aprenderse con la güira los 18 temas “de punta a punta”.

El ingreso se dio de manera inesperada: “Me habla Diego Cánovas, uno de los dueños. Fue loquísimo porque cumplo los años y justamente cuando me voy a Córdoba a festejar me llaman. Me dijeron que querían que forme parte de la banda. Fue una noticia muy linda porque era la banda de mis sueños a los 16 años”. Se incorporó oficialmente en enero de 2023.

Durante esa etapa organizó sus estudios secundarios con giras y presentaciones. Cada semana viajaba desde Ordóñez a Bell Ville y luego a Córdoba en colectivo. “No fue tan fácil, porque hubo un tiempo que se hacía clásico en la Sala del Rey los miércoles y eso me frenaba un poco en el colegio. Pero gracias a Dios no me pude llevar ninguna materia y lo pude terminar bien ese año”, relató a este medio. 

En febrero de 2024 dejó Trulalá para unirse a Poneme Vivo, un nuevo proyecto con músicos de renombre de Córdoba. Pero las exigencias del colegio y la intensidad de los ensayos lo llevaron a buscar otras opciones. Fue entonces cuando surgió la oportunidad de tocar con Luz Paisio. Con ella subió a escenarios importantes, como el estadio Forja, abriendo para Ulises Bueno, y la Plaza de la Música, como soporte de DesaKTa2.

Sus primeros pasos en Trulalá.

La llegada a La Mona Jiménez

A principios de 2025, Nicolás siguió trabajando con Luz Paisio y comenzó a comprar equipos para grabar desde su casa.

Dos semanas después Almenara, la productora de Ulises Bueno, lo contactó a través de Pablo Rodríguez, uno de los “productores más importantes de Córdoba”. Le ofrecieron grabar con el cantante Simón Aguirre que buscaba un percusionista. Nicolás aceptó el desafío y comenzó a trabajar con él; luego también con Valentina Márquez, y así fue grabando la percusión completa para distintos artistas.

Ese impulso fue el puente hacia La Mona. El contacto clave fue Enzo Chandía, a quien Nicolás había conocido en el estudio El Brujo cuando grababa con Trulalá. En su momento, lo había invitado para tocar con una banda llamada Megatrack, que iba a estar en el Festival Bum Bum, aunque finalmente no se concretó. Dos años después, Chandía le dijo que los percusionistas de “El Mandamás” no iban a seguir más y que había pensado en él, mostrándole a La Mona un video de Nicolás tocando. Tras una charla con el equipo y un ensayo privado, en julio de este año fue confirmado como nuevo integrante de la banda.

Sobre el primer ensayo, contó: “Siempre lo llevo a mi viejo. A Trulalá lo llevé a mi viejo, a Poneme Vivo lo llevé a mi viejo, a Luz lo llevé a mi viejo y a La Mona lo llevo a mi viejo. Cuando cae La Mona fue algo muy fuerte, tiene un aura diferente. Muchos nervios se me cruzaron por encima, pero tenía que disfrutarlo y gracias a Dios quedé”. 

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Su debut fue en el Festival del Poncho en Catamarca, ante 15.000 personas. A pesar de haber tocado antes para multitudes más grandes, el público «jimenero» lo impactó. En escena, La Mona lo presentó como el nuevo güirista de la banda, destacando su juventud. “El público jimenero es distinto, muy intenso. Fue eterno el show, pero lo disfruté muchísimo” señaló. Sobre el trato de su nuevo maestro, añadió: «Él es exigente en cuanto cómo tiene que ser en el trabajo para que salga todo bien”.

Sobre la energía del público, agregó: “Es noche no cabía un alfiler, era un montón de gente apretada y un griterío, cada vez que empezamos un show se me eriza la piel”. Al contarlo, se lo notaba entusiasmado, transmitiendo la misma euforia que lo invade arriba del escenario.

Nicolás también habló de la interacción con los seguidores de La Mona: “Son de Córdoba pero ven una fecha en Tucumán y sacan entradas. Ven una fecha para San Luis y sacan entradas. Es muy seguidor el público”. La güira está presente en casi todos los temas de “El Mandamás”, y Nicolás destaca que La Mona fue pionero en traer la percusión y el merengue al cuarteto, fusionando el género con músicos dominicanos.

De perfil bajo y exigente consigo mismo, Vázquez asegura que la clave de su crecimiento es la constancia: “Un músico me dijo una frase que me marcó: ‘Con esfuerzo, sacrificio, educación, dedicación, disciplina, constancia se llega a todos lados’». Cada frase refleja su ambición, pero también la humildad con la que encara la música: pasión, disciplina y sueños que siguen creciendo.

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