La primavera comienza a sentirse en Córdoba. Los días se alargan, la temperatura sube y el aire invita a frecuentar los exteriores de la casa. Para quienes tienen jardín o huerta, es el momento de poner manos en la tierra.
Todo lo que se haga en estas semanas será clave para disfrutar el color de las flores, la sombra y también, las cosechas durante todo el verano.
En esta nota encontrarás consejos de especialistas, experiencias y un calendario de siembra adaptado al clima cordobés, donde conviven suelos arcillosos en zonas urbanas, arenosos en Sierras Chicas y microclimas serranos con riesgo de heladas tardías.
Limpieza y puesta a punto
La primera tarea es sencilla pero fundamental: la limpieza. Hojas secas, ramas caídas y malezas acumuladas en invierno deben retirarse antes de que compitan por nutrientes o se conviertan en refugio de plagas.
“Lo ideal es dedicar una jornada a la limpieza general y a fondo. Porque si se dejan malezas que puedan florecer en este mes, después resulta muy difícil controlarlas”, explica la viverista Alicia Huberman.
En el césped conviene pasar el rastrillo para airear y aplicar un fertilizante rico en nitrógeno que acelere los brotes. También puede hacerse un corte bajo para estimular el crecimiento parejo.
Los arbustos y rosales requieren de una poda de limpieza: se eliminan ramas secas o cruzadas y se recortan extremos para favorecer al brote. En frutales, una poda ligera ayuda a mejorar la entrada de luz.
Suelo fértil
El suelo es la base de todo. En Córdoba, muchos terrenos urbanos tienen tendencia arcillosa, lo que dificulta el drenaje. Por eso conviene agregar arena gruesa o perlita mezclada con compost. En contrapartida, en zonas serranas como Sierras Chicas, los suelos son más arenosos y requieren materia orgánica que retenga la humedad.
Un buen paso previo es voltear la tierra, airearla con pala y enriquecerla con compost casero o humus de lombriz. La mezcla mejora la estructura y alimenta a las plantas de forma natural.
Flores de estación y especies nativas
El color de la primavera llega de la mano de especies anuales que florecen rápido y abundante. Septiembre y octubre son meses ideales para plantar petunias, pensamientos, caléndulas y tagetes.
Propietarios de viveros locales aseguran que hay una marcada tendencia a especies nativas, que requieren menos riego y resisten mejor el calor del verano. Ejemplos: ceibo, pasionaria, lagaña de perro y sen del campo, entre tantas. “Cada vez más clientes nos piden plantas autóctonas porque saben que se adaptan mejor, atraen mariposas y aves locales”, señalan desde un comercio de Villa Allende.
La huerta hogareña
La primavera es el momento más esperado por quienes apuestan a la huerta hogareña. Es tiempo de sembrar hortalizas de verano, que en Córdoba encuentran condiciones ideales.
Entre septiembre y octubre se recomienda sembrar lechuga, acelga, zanahoria, rabanito, tomate, zapallito, pepino, berenjena y pimiento. Algunas especies, como el tomate o el pimiento, necesitan iniciarse en almácigos bajo protección y trasplantarse cuando alcanzan unos 15 cm. En noviembre llegan cultivos que disfrutan del calor pleno: maíz, poroto, girasol y albahaca.
Precaución y trucos
Aunque los días lindos avancen, en esta zona no es raro que ocurran heladas tardías hasta fines de septiembre, sobre todo en las sierras. Para evitar pérdidas, conviene cubrir los almácigos con nylon, tela antiheladas o túneles bajos hechos con botellas plásticas cortadas.
Una buena estrategia es combinar cultivos que se benefician entre sí. Por ejemplo:
- Tomate + albahaca: la albahaca mejora el sabor del tomate y ayuda a repeler insectos.
- Zanahoria + cebolla: cada planta ahuyenta plagas que afectan a la otra.
- Maíz + poroto + zapallo: sistema tradicional en el que el maíz da soporte, el poroto aporta nitrógeno al suelo y el zapallo cubre con sus hojas, conservando humedad.
También se recomienda cubrir la tierra con mulching (corteza, pajas u hojas secas) para conservar la humedad, proteger el suelo y reducir malezas.
Plagas y control natural
La primavera trae vida, pero también insectos. En huertas familiares y jardines lo más aconsejable es evitar agroquímicos y optar por soluciones caseras:
- Pulverizaciones con jabón potásico para combatir pulgones.
- Infusiones de ajo o ají para repeler insectos.
- Trampas de cerveza para controlar caracoles.
- Plantar caléndulas o tagetes entre los cultivos: actúan como repelente natural de de algunos insectos peligrosos y a su vez, atraen otros benéficos.
“Es muy importante poner atención a la presencia de hormigas, caracoles y babosas, para detectarlos a tiempo. Del mismo modo, controlar los pulgones en rosales. Se pueden eliminar a mano y con soluciones caseras, como primera medida. Pero si el ataque es severo y a gran escala se deberá agregar algún producto que los controle”, detallan los asesores de Vivero Valls Garden.
Calendario de siembra para Córdoba
Septiembre
- Lechuga
- Rabanito
- Zanahoria
- Acelga
- Perejil
Octubre
- Tomate (trasplante de almácigos)
- Pimiento
- Berenjena
- Zapallo
- Zapallito
- Pepino
Noviembre
- Maíz
- Poroto
- Girasol
- Albahaca
Tips prácticos
- Aprovechar balcones y terrazas: las huertas en maceta funcionan muy bien en espacios reducidos. Solo hace falta buen sustrato, sol y riego regular.
- Riego eficiente: en Córdoba, donde el agua es un recurso cada vez más valioso, conviene regar temprano en la mañana o al atardecer para reducir evaporación.
- Reciclar en el jardín: hojas secas, cáscaras y restos de cocina se convierten en compost que alimenta la tierra.
- Plantar árboles de sombra: pensar a futuro. Una morera, un fresno o especies nativas pueden dar sombra y refrescar el patio en pocos años.
Un cambio cultural
Más allá de la estética o la cosecha propia, mantener el jardín o la huerta es parte de un movimiento creciente en Córdoba: volver a conectar con la naturaleza. Durante la pandemia, muchos iniciaron huertas hogareñas y hoy continúan porque descubrieron el valor de producir parte de sus alimentos y reducir la dependencia del supermercado.
“La jardinería y la horticultura tienen beneficios demostrados para la salud mental y física. Se ha probado que la interacción con la naturaleza y las plantas contribuye a la reducción del estrés y a mejorar el bienestar general. Más aún, cultivar cambia la relación con el tiempo y con la comida. Aprendés a esperar, a cuidar, y después disfrutás mucho más lo que cosechás”, destaca el ingeniero agrónomo Jorge Valls.