Nicolas Cayetano se refirió a su ludopatía

El conductor habló de las consecuencias físicas de su adicción al juego y cómo lo ayudó ir a un grupo de jugadores anónimos en una iglesia que, paradójicamente, lleva de nombre su apodo. 

Nicolas Cayetano se refirió a su ludopatía

Nicolás Cajg, popularmente conocido como Cayetano, dialogó con Gastón Pauls en el ciclo Seres Libres (Crónica TV). Allí, el conductor radial y televisivo recordó las consecuencias físicas que sufrió por su ludopatía y contó cómo logró salir. Además, dijo que uno de los momentos más duros fue cuando por las deudas que contrajo por apostar tuvo que entregar la llave del departamento que le dejó su abuela, sobreviviente de Auschwitz, antes de morir.

Si repaso mi vinculación con el juego, con las apuestas, me doy cuenta de que aposté siempre, desde la escuela primaria, a los 10 u 11 años. Armaba torneos en los recreos de quinto grado de ping pong. Sonaba el timbre, juntaba las mesas, llevaba una red, paletas y pelotitas. Todos me tenían que dar un peso y organizaba, juegan Gastón contra Cacho, sonaba el timbre, me llevaba la mitad y el campeón se llevaba la mitad. No era apostar, pero era una vinculación entre jugar y la plata”, expresó.

Por otro lado, contó que al crecer fue aumentando su adicción hasta darse cuenta de que realmente tenía un problema: «La vida me aburría. Un embole. No me alcanzaban las cosas que me pasaban, podía apostar en fútbol diez mil pesos al Boca-River, pero no me divertía. Me divertía apostar la cifra que me complicara la vida. Si había ganado 50 en el mes, apostar 10 no me divertía, me divertía apostar 60″.

Luego, analizó: Estaba en un quilombo pero me divertía, o pensaba que me divertía. Es una enfermedad. Ganar un día significaba perder al otro día, si ganaba lunes perdía el martes, si ganaba lunes y martes perdía el miércoles. Una vez me pasó de ganar cinco meses seguidos apuestas deportivas” y continuó: «Eso se había apoderado de mí, era mi plan de fin de semana. Ni salir con amigos, ni con chicas, ni familia; dejé de jugar al fútbol, de ir a la cancha a ver a Atlanta… Empezás a mentir. En los momentos de conciencia, decía ‘pará, esto está mal’ y después me decía ‘si es lo que te divierte, viví así. Era permanente el diálogo de decirme que estaba perdiendo mi plata y que me alejaba de la gente que quería”.

Al ser consultado sobre si hubo consecuencias físicas, respondió afirmativamente y señaló su cabeza: Mi papá no es pelado, creo que no era mi destino ser pelado, probablemente sea estrés de lo que he vivido; dormís mal, poco, fumás mucho, te despertás a mitad de la noche. Cenaba mate con galletitas de agua. Pedir un plato de comida era gastar plata en algo cuando tenía que ir al juego. Para qué quiero ravioles si tengo mate y galletitas”. El click, según contó, se dio luego de perder el departamento donde vivía: Soy nieto de una sobreviviente de Auschwitz y mi abuelo sobreviviente de la lista de Schindler. Mi abuela me regaló un departamento en el 2002, antes de morir, y yo años después viví ahí. Yo lo perdí jugando. No voy a decir la cifra, pero perdí mucha plata y al tipo al que le debía y me apretaba le dije ‘tomá la llave de mi departamento’. Ahí dije: ‘acabo de entregar mi historia’. Hoy digo que no me voy a morir sin comprar ese departamento».

Por último, contó cómo logró salir: Fui un año a jugadores anónimos en una iglesia que se llamaba San Cayetano. Sí, un judío en una iglesia… Yo siempre trabajé y ahí escuché cada historia durísima, de intento de suicidio, de quedar en la calle… Dije ‘tengo una oportunidad acá, soy el que mejor está’. Fui todo un año, me hizo muy bien, hice buena relación con algunas personas. Con mi familia y la psicóloga y jugadores anónimos, logré rescatarme”.

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