Por Sergio Mancini. Ex sacerdote y director General de Educación Social en la Municipalidad de Córdoba.
Imposible auscultar semejante momento histórico que, al modo de un vórtice, impacta en la dimensión celeste y terrestre de la existencia, abriendo caminos que desconocemos. Sin embargo, emergen en mí algunas consideraciones preliminares.
El mensaje de Francisco es un faro para la vida individual de cada uno de nosotros, para la política y la economía internacionales, para la sociedad en general y para la Iglesia en particular.
En términos personales nos plantea el desafío de responder a un proyecto de vida, dando lo mejor de nosotros mismos, desplegando nuestras potencialidades, viviendo plenamente y aportando a la construcción de un mundo más justo, solidario y amoroso.
Respecto de la política internacional sigue diciendo lo que dijo en Lampedusa: “Pidamos al Señor la gracia de llorar sobre nuestra indiferencia, sobre la crueldad que hay en el mundo, en nosotros, también en aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas que abren el camino a dramas como éste. ¿Quién ha llorado? ¿Quién ha llorado? ¿Quién ha llorado hoy en el mundo?”.
La palabra del Papa ha sido una continua denuncia a la organización internacional en torno al capital, a la polarización de la distribución de la riqueza y a la inhumanidad del crecimiento de la pobreza y la exclusión; y ha sido un anuncio continuo de que un mundo mejor es posible.
A la sociedad en general nos ha invitado a ver en la justicia social y en el cuidado de la casa común valores fundamentales de la vida en comunidad, del crecimiento de los pueblos y del desarrollo de las naciones. A los argentinos, en especial, nos impone un camino de lectura de la realidad en que vivimos.
Y hacia el interior de la Iglesia, Francisco, quizás tanto como lo fue el pobre de Asís, se erige en espada que discierne la fidelidad al Evangelio de sus miembros y de sus pastores. Nadie como los católicos deberían encontrar en la enseñanza de este inmenso Papa un norte respecto de en qué consiste la fidelidad a Jesús en este momento histórico.
Por último, me parece importante considerar que este líder, el más importante al día de hoy, es un hombre religioso que pretende incidir en la construcción socio-política de la historia. Su vida impacta como el encuentro entre búsquedas espirituales y preocupaciones políticas inescindibles. ¿Qué mensaje tiene esto?
Ojalá parte de su legado sea que quienes buscan a Dios se ocupen de sus hermanos más necesitados y que quienes hacen política puedan hacerlo de una perspectiva trascendente.
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