Once años se cumplen este martes del crimen de Lola Chomnalez, la adolescente que fue asesinada en Barra de Valizas, Uruguay, cuando fue a veranear con su madrina y se trata de uno de los casos policiales más recordados, ya que, recién una década después tuvo resolución de la Justicia y por el que se necesitó de una genetista para capturar al asesino.
A mediados de diciembre de 2014 la menor viajó a Uruguay para pasar las fiestas de Fin de Año con su madrina, Claudia Fernández y el 27 de ese mes, agarró una riñonera y un libro para pasear por la playa, una actividad que le encantaba, pero no se supo más de ella hasta que, tres días después, fue encontrada sin vida entre los médanos.
La autopsia confirmó que murió por asfixia por sofocación, tenía arena en los pulmones y había sufrido varios cortes de arma blanca en el cuello.
Durante años la investigación estuvo estancada, nadie sabía quién había sido el autor del brutal crimen y, pese a la fila de detenidos y de audiencias de reconocimiento, no había pistas, hasta que en 2022 se solicitó que se realice un estudio genético mediante una técnica que no estaba disponible tiempo atrás.
Ese peritaje fue llevado a cabo por la genetista Natalia Sandberg, quien logró demostrar que las manchas de sangre halladas entre las pertenencias de Chomnalez coincidían con el patrón genético del acusado.
Durante dos años Sandberg trabajó de manera ardua con un software de última tecnología, hasta que logró dar con Leonardo David Sena.
Recién en mayo de 2024 el juez de primera instancia del departamento de Rocha, Juan Giménez, dispuso la condena contra Sena a 27 años y medio por el delito de “homicidio muy especialmente agravado”.
A su vez, en el caso hay otro condenado y se trata de Ángel Moreira, alias “el Cachila”, quien fue sentenciado a ocho años de prisión por encubrir el homicidio de la adolescente.
En primera instancia había sido absuelto, pero la Fiscalía que intervino en el caso apeló esa decisión.