Descubrieron el motivo de por qué los perros y gatos comen pasto

Descubrieron el motivo de por qué los perros y gatos comen pasto

Un comportamiento frecuente que se observa en gatos y perros es el consumo de pasto o hierbas. Algunos de los propietarios sostienen un falso mito: que lo hacen simplemente para purgarse. Pero la realidad es que esta cuestión no siempre es una explicación válida.

La mayoría de los dueños de gatos dirán que, si la mascota zampa un poco de hierba y luego vomita, es porque está teniendo problemas estomacales y lo hace para purgarse. Pero esto no es necesariamente cierto. En concreto, estos animales, ingieren pasto todo el tiempo. Sin embargo, damos cuenta de esa práctica cuando se encuentran vómitos verduzcos en el suelo.

Por su parte, investigadores de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de California en Davis (EE.UU.) prepararon un trabajo de investigación que consistía en que más de mil dueños de gatos pasaran al menos tres horas al día observando el comportamiento de ellos. Como muchos propietarios de felinos sospechaban, comer plantas es un hábito extremadamente común: el 71 % de los animales lo hicieron al menos seis veces en el período de análisis y el 61 % más de diez veces. Solo un 11 % no mostró prácticas vegetarianas.

La edad también señaló cierta variación en el consumo de verde. El 39 % de los gatos más jóvenes (tres años o menos) lo comía todos los días y solo el 27 % de los mayores de cuatro realizaba dicha práctica. En cuanto a los vómitos, el 30% de los gatos más viejos lo efectuaba después de ingerir, es decir, casi triplicaba al de los más pequeños con un 11%. A su vez, los científicos descartaron otra suposición común: que comer hierba ayuda a expulsar bolas de pelo.

Por otro lado, en un informe que presentó el Congreso de la Sociedad Internacional de Etología Aplicada celebrado en Noruega entre el 5 y el 9 del pasado mes de agosto, los expertos concluyeron que la regurgitación es una consecuencia ocasional de ingerir herbaje y no el objetivo. Así, el consumo es instintivo y hacerlo supone un beneficio evolutivo para los felinos.

Una serie de estudios sobre primates revelaron que la ingesta de plantas no digeribles purga el sistema intestinal de parásitos helmínticos. Así, la hipótesis que consideran los profesionales es que, aunque los mimados gatos caseros de hoy, probablemente ya no tengan esos parásitos, el alimentarse de hierba es una estrategia innata que se cree que evolucionó por primera vez en un ancestro salvaje para aumentar la actividad muscular en el tracto digestivo y ayudarlos a expulsar los parásitos intestinales.

En el caso de los perros, la conclusión refleja lo que el autor principal de la ponencia, Benjamín L. Hart, encontró en un estudio similar publicado en 2008 que analizaba la frecuencia del consumo de plantas en estas mascotas.
En ese trabajo, el equipo descubrió que los caninos rara vez presentaban enfermedades antes de comer hierba y que el vómito era una consecuencia relativamente rara de comerla. Además, el análisis también concluyó que la frecuencia de ingerirla no estaba relacionada con la dieta del perro o con la cantidad de fibra que engullía, lo que sugiere que no estaban tratando de compensar alguna deficiencia dietética.

En ambos casos, Hart y su equipo plantearon la hipótesis de que los animales más jóvenes comen más pasto porque su sistema inmunológico no es tan bueno para mantener a raya a los parásitos, y porque el estrés nutricional es más perjudicial para los animales en crecimiento que para los perros y gatos adultos.

También señalaron que los gatos parecen comer menos verde que los perros, lo que podría deberse a que las infecciones parasitarias eran menos frecuentes entre las especies ancestrales felinas. El hábito gatuno de enterrar sus heces y evitar las de los demás reduce la propagación de parásitos en comparación con los perros, que son muy aficionados a meter el hocico en asuntos ajenos.

El resultado es que ingerir hierba no es un indicador revelador de que un animal esté enfermo y, lo que es más importante, es un comportamiento instintivo que incluso el propietario más diligente no podrá impedir. La mejor solución, sugiere el equipo de investigación, es asegurarse de que los gatos de interior (a los perros siempre hay que sacarlos) tengan asegurado un suministro regular de plantas no tóxicas para masticar.

 

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