Los caninos son muy sensibles a los cambios en la alimentación y al calor. En épocas de verano, los perros sufren con frecuencia ciertos problemas de salud como la diarrea, que, si no se controla, puede desembocar en una pancreatitis.
El calor afecta de forma negativa a los animales. Frente a dicha cuestión, estas mascotas suelen beber más agua y muchas veces de lugares que no son los más adecuados. A esto se suma que de vez cuando, se les da a los caninos sobras como parte del menú, lo que también influye en su digestión. Diarreas, vómitos, dolor abdominal, molestias, falta de apetito e incluso estreñimiento son los síntomas más evidentes de que se visibilizan en estas fechas. De esta manera, antes estos, se debe acudir al veterinario para que evalúe al perro y sugiera el mejor tratamiento a seguir para curar la gastroenteritis.
Para evitar de que se desencadene una gastroenteritis, es fundamental tener en cuenta dos aspectos. Con respecto a la alimentación, se le debe dar una dieta blanda para que su estómago recupere su ritmo normal. Habrá que alimentarlo con ingredientes adecuados, bajos en grasa y ricos en proteínas (como arroz, pollo o pescado cocido), para tratar la diarrea. Debido a los alimentos que consumirá, el animal perderá mucho líquido, es por eso que hay que tener cuidado de que no se deshidrate. Es fundamental que en su recipiente haya agua fresca para que beba; incluso es conveniente vigilar que beba de vez en cuando para que, a causa del calor, no se le complique la gastroenteritis.
Otro aspecto a tener en cuenta es eliminar el mal hábito de darle sobras de las comidas. El perro debe comer alimentos adecuados a su condición. En cuanto al exceso de calor, las altas temperaturas veraniegas invitan a que permanezcamos durante más tiempo en sitios cerrados provistos de aire acondicionado o con un sistema de ventilación que mantenga el ambiente fresco. De este modo, si el animal está enfermo, hay que evitar salir con él cuando el calor es demasiado.