Bolsonaro perdió el apoyo de 3 de cada 10 personas que lo respaldaban

Bolsonaro perdió el apoyo de 3 de cada 10 personas que lo respaldaban

Jair Bolsonaro volvió a sorprender y esta vez con un récord histórico que no le gustaría ostentar. En solo tres meses de gestión logró que su aprobación política descendiera a niveles que otros presidentes tardaron años en erosionar. Así lo consignó la revista Piauí del diario Folha de San Pablo sobre los datos recabados por la encuestadora Ibope.

El presidente que asumió el primero de enero tuvo una campaña presidencial inusual, disruptiva para la tradición brasileña y golpeada por una fuerte crisis institucional. Tras recuperarse del apuñalamiento que sufrió a días de los comicios, Bolsonaro comenzó con una imagen positiva del 49% (y negativa del 11%) a los primeros quince días de su gestión. Estos índices de popularidad contrastan fuertemente con los de su antecesor. Temer llegó al final de su mandato con una aprobación de solo el 7% de la población, en tanto que el 62% calificara su gestión como mala o pésima.

Todos los presidentes suelen tener una luna de miel de al menos seis meses y en este punto Bolsonaro volvió a romper los esquemas: logró hundir su nivel de aprobación 15 puntos en tres meses. Lo dilapidó entre los anuncios de medidas impopulares como la intención de prohibir el carnaval que lo enfrentó a referentes de la cultura popular como Daniela Mercury o Caetano Veloso, el desacertado tweet pornográfico, las sospechas de corrupción que involucran a uno de sus hijos, y la desilusión popular frente a la cada vez más tibia recuperación económica que prometió en su campaña.

Cuando llegó a la presidencia Bolsonaro, analistas de mercado y consultores tenían previsiones de crecimiento de la economía del 2,55% para 2019, tres meses después las previsiones habían caído al 2,01% y no parece estabilizarse. Así, mientras caen las expectativas de que la economía rebote luego de años de recesión, entre mediados de enero y mediados de marzo, Bolsonaro perdió el apoyo de 3 de cada 10 personas que lo respaldaban.

Tal vez la experiencia de Brasil sirva de antecedente regional para quien sea que ocupe el sillón de Rivadavia el próximo 10 de diciembre. Luego de una recesión y una postergada recuperación, la luna de miel puede acortarse y el capital político se erosione más rápido si las proyecciones de crecimiento se postergan para un nuevo segundo semestre.

En solo dos meses de mediciones, la proporción de los que apoyaban su administración pasó del 49% a mitad de enero al 39% en febrero y al 34% a mediados de marzo. Del 11% de reprobación en enero pasó al 24% en marzo. De esta forma el saldo positivo se conserva, en tanto la aprobación supera en 10 puntos a la reprobación, en tanto otro 34% de la población califica a su gestión de regular y un 8% se abstiene de opinar.

En la comparación con otros presidentes democráticos, los primeros meses de Bolsonaro son los peores y son solo comparables con los de presidentes que encabezaban el Palacio de Planalto por segundo mandato con más de cuatro años de desgaste, como Fernando Henrique Cardoso y Dilma Rousseff.

«El 34% de bueno/muy bueno de Bolsonaro equivale a la tasa de José Sarnay en marzo de 1987, luego de dos años de mandato del primer presidente civil después del golpe de 1964. O a la de Fernando Herniqie Cardoso en mayo de 1997, con dos años y tres meses de gobierno. A Fernando Collor [destituido por un impeachment] le tomó nueve meses y la confisación de las cuentas corrientes y de ahorro para llegar a donde Bolsonaro llegó en tres meses. Luego del impeachment, Itamar heredó el gobierno de Collor y buena parte de su impopularidad , así como Michel Temer mantuvo el legado de la impopularidad de Dilma Rousseff», comparó Folha.

De momento, la fuerte agenda de reformas estructurales de Bolsonaro se redujo a la suspensión de la obligatoriedad del aporte sindical y una reforma laboral más fuerte que la de Temer presentada hace un mes ante un Congreso donde tiene minoría. Ante el desgaste que esta medida la genera, avanzó con la presentación de una reforma previsional que afecta los ingresos futuros de varias generaciones de votantes y le suma mayor desgaste a su gestión.

 

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