BRUSELAS.- Los 27 países miembros de la Unión Europea (UE) lograron finalmente sellar ayer un acuerdo histórico para poner en marcha un plan de recuperación de 750.000 millones de euros para hacer frente a las consecuencias económicas derivadas de la pandemia del coronavirus, tras varios días de arduos debates.
El pacto contempla la creación de un Fondo de Recuperación financiado con deuda común de 750.000 millones de euros, de los cuales 390.000 millones se destinarán a subsidios y 360.000 millones a préstamos con el fin de ayudar a los países más afectados por la crisis sanitaria. En conjunto, esas medidas implican el desembolso de un equivalente al 4,6% del PBI europeo de 2019, y el endeudamiento por primera vez en su historia de la Comisión Europea, con los que se financiarán programas utilizando una calificación de deuda Triple A.
Al Fondo de Recuperación se suma un acuerdo para el Marco Financiero Plurianual, que estipula el presupuesto para los próximos siete años de la UE, que alcanzará 1 billón 74.000 millones de euros, una cantidad sin dudas ambiciosa teniendo en cuenta el nuevo contexto del mundo tras la pandemia. Ha sido una negociación difícil, en la que llevamos inmersos unos meses extraordinariamente complicados y con un tramo final tan exitoso como extenuante”, dijo el jefe del Gobierno español Pedro Sánchez al fin de la reunión, que se extendió por más de 90 horas consecutivas. Su país obtendrá unos 140.000 millones de euros durante los próximos seis años (más del 11% del PIB de España), mientras que Italia –la otra nación más afectada del continente- se llevará 209.000 millones de euros.
El acuerdo es un hecho inédito en la historia europea que marca un punto de inflexión en un momento especialmente crítico para el bloque, agrietado por diferencias internas entre los países ricos del norte y los pobres del sur, pero apremiado también por el resurgimiento de fuerzas políticas de ultraderecha y antieuropeas. De hecho, fueron necesarias fuertes concesiones a los autodenominados países frugales” (Países Bajos, Austria, Dinamarca, Suecia y Finlandia) que consiguieron reducir el volumen de ayudas, imponer un mayor control sobre los fondos y mantener sus descuentos en la contribución al presupuesto comunitario del bloque.