En declaraciones a la televisión France 2, el ministro de Relaciones Exteriores, Jean-Yves Le Drian, afirmó que se trata de una «crisis grave» y denunció «mentira (…), una duplicidad (… ), una gran ruptura de confianza» y un «desprecio» por parte de los aliados de Francia, según reprodujo la agencia de noticias francesa AFP.
«Llamamos a nuestros embajadores (de Washington y Canberra) para intentar comprender y mostrar a nuestros antiguos países socios que estamos muy descontentos, que realmente existe una crisis grave entre nosotros», declaró Le Drian y fue tajante al explicar por qué no llamaron también a consultas a su embajador en Londres, pese a que el Reino Unido también forma parte del nuevo acuerdo militar impulsado por Estados Unidos.
«Conocemos su oportunismo permanente», ironizó meses después del Brexit, que selló la salida del país de la Unión Europea. «El Reino Unido en este asunto es un poco como el último de la fila», agregó.
La decisión de Francia de llamar en consultas a su embajador en Estados Unidos no tiene antecedentes en la historia de estos dos aliados y, por eso, Le Drian no evitó repetir una y otra vez que «hay una grave crisis» entre ambos Gobiernos.
Esta semana y ante la sorpresa de aliados y rivales, Estados Unidos, Australia y el Reino Unido anunciaron una asociación estratégica con el evidente objetivo de contrarrestar la influencia de China en la región del Indo-Pacífico.
Identificado por sus siglas en inglés, AUKUS es un acuerdo tripartito que incluye el suministro de submarinos estadounidenses de propulsión nuclear a Australia, lo que dejó anuló de facto el acuerdo de compra millonario que los australianos tenían con Francia.
En 2016, el Gobierno francés firmó un contrato por valor de 90.000 millones de dólares australianos (65.000 millones de dólares) para el envío a Australia de 12 submarinos de propulsión nuclear, un acuerdo calificado por muchos como el «contrato del siglo» por su magnitud y alcance estratégico.
La noticia se sintió como una cachetada a aliados como Francia, la Unión Europea y Canadá, que se enteraron recién cuando se hizo público, y despertó preocupación en China, que lo interpretó como una avanzada de Washington sobre su zona de influencia. Además, otra aliada de las potencias occidentales, Nueva Zelanda, también repudió el acuerdo en base a su rechazó institucional a cualquier actividad nuclear en sus aguas territoriales y aledañas.
«La OTAN ha iniciado una reflexión, a petición del presidente de la República, sobre sus fundamentos. Habrá en la próxima cumbre de la OTAN en Madrid la conclusión del nuevo concepto estratégico. Por supuesto, lo que acaba de pasar tendrá que ver con esta definición», adelantó hoy Le Drian para dejar en claro que el enojo francés no se resolverá fácilmente y solo con una conversación bilateral.