La llegada de miles de haitianos a Del Río, Texas, en busca de asilo volvió a dejar al descubierto las enormes dificultades del presidente Joe Biden para tejer una política migratoria acorde a sus promesas de campaña.
El trato violento e inhumano que recibieron los migrantes en Texas terminó de poner al mandatario en el centro de las críticas, tanto de demócratas como republicanos, de organizaciones civiles o de derechos humanos.
Es más, el enviado especial de Estados Unidos a Haití presentó ayer su renuncia al secretario de Estado, Antony Blinken, al argumentar que no quiere verse vinculado en la inhumana” política de Biden. No me asociaré con la decisión inhumana y contraproducente de Estados Unidos de deportar a miles de refugiados y migrantes ilegales haitianos a Haití”, dijo Daniel Foote, quien recordó que ese país está destrozado”.
El colapsado Estado (haitiano) es incapaz de proporcionar seguridad o servicios básicos y más refugiados alimentarán más desesperación y el crimen”, describió Foote, que consideró que la deportación ordenada por la Casa Blanca provocará una nueva e inevitable tragedia humana”.
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, advirtió además que las expulsiones sumarias o masivas de individuos (…) sin examinar sus necesidades de protección no encajan con las normas internacionales”, y llamó a Biden a derogar inmediatamente” las restricciones fronterizas.
Aun así, el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, ordenó el despliegue de cientos de patrullas para crear un muro de acero” en los alrededores del puente que une a Del Río con Ciudad Acuña, en México (foto).