La nueva Encuesta de Condiciones de Vida, presentada este martes por la Universidad Católica Andrés Bello, muestra cómo el agravamiento de la pobreza en el país estuvo muy relacionado con la crisis de abastecimiento de combustible y la reducción de la movilidad en el último año.
El estudio es también el retrato de un país que dejó de ser petrolero, donde el 94,5% de la población es pobre y el 76,6% está por debajo de la línea de pobreza extrema, con ingresos inferiores a 1,2 dólares por día, según informó ayer el diario El País de España.
Los datos evidencian que las medidas tomadas contra el virus del Covid terminaron por disparar la crisis social, debido a la paralización de parte del sector productivo. Unos de los datos más preocupantes de la encuesta son los del desempleo, que afecta a 8.100.000 de venezolanos para los que no hay trabajo ni incentivos para trabajar.
Los que trabajan son 7.600.000, y casi la mitad de estos quisiera trabajar más horas. En el grupo de los inactivos están 3.600.000 de desalentados que dejaron de buscar empleo. Las diferencias entre los empleados del sector público y privado también se han ampliado.
En el sector privado el 58% de los trabajadores están en condición de pobreza extrema, en el sector público la cifra alcanza al 75%. Por el contrario, en el sector privado casi el 10% no son pobres, mientras en el público solo el 4% se salva de esta situación.
A todo esto se suma una resonante hiperinflación: en proyecciones del FMI llegará al 5.500% este año, al punto que hoy entrará en vigencia una nueva unidad monetaria -el bolívar digital-, equivalente a un millón de los actuales bolívares soberanos para simplificar una economía a la deriva.