El ex presidente de Estados Unidos Donald Trump se declaró ayer “no culpable” de los 34 cargos que le imputó la justicia de Nueva York por un soborno a una actriz porno y quedó en libertad sin condiciones, tras convertirse oficialmente en el primer ex mandatario del país en recibir una imputación penal. Tras comparecer por alrededor de dos horas ante un tribunal en Manhattan, el magnate regresó a Florida.
El juez Juan Merchán lo inculpó de 34 delitos graves relacionados con falsificación de registros comerciales en el pago de 130.000 dólares a la estrella porno Stormy Daniels en la recta final de la campaña electoral de 2016, con el fin de que ella mantuviera en secreto una supuesta relación extramarital.
El empresario “falsificó repetida y fraudulentamente los registros comerciales de Nueva York para encubrir delitos con el fin de ocultar información perjudicial (para él) al público votante”, afirmó el fiscal de la causa, Alvin Bragg. La próxima audiencia del caso fue fijada para el 4 de diciembre próximo y el juicio podría comenzar en enero de 2024.
Trump intentará evitar por todos los medios ese proceso, que podría tener consecuencias imprevisibles para su carrera a la Presidencia en los comicios de 2024, aunque legalmente nada le impide presentarse y llegar eventualmente a la Casa Blanca.
Sentado entre sus abogados y vestido con traje azul y corbata roja, Trump apareció ayer con un semblante sombrío y preocupado, tras someterse al protocolo habitual, con la toma de huellas dactilares y fotos para la ficha policial. Tanto el ex presidente como sus abogados rechazaron la causa. Incluso Trump no dejó de gritar que es una “caza de brujas”.
Mientras tanto, la Casa Blanca dijo que la histórica comparecencia judicial del magnate “no es una prioridad” para su sucesor, el actual mandatario, Joe Biden.
El republicano fue escoltado por el Servicio Secreto desde la Torre Trump hasta el juzgado. La policía neoyorquina instaló vallas metálicas para separar a las decenas de seguidores de Trump y a un puñado de detractores, en una metáfora de la división política del país.