Al cruzar ayer el vestíbulo del tribunal de Aviñón, en el sur de Francia, Giselle Pélicot recibió aplausos. Los abogados de la defensa, en cambio, fueron abucheados, muestra de su difícil labor, que algunas polémicas declaraciones complicaron.
Desde el 2 de septiembre, este tribunal juzga a medio centenar de hombres por violar o agredir sexualmente a Pelicot, a quien su marido drogaba previamente sin su conocimiento para dormirla, en un juicio muy seguido en Francia y en el mundo.
Ante los magistrados, las abogadas Isabelle Crepin-Dehaene y Nadia El Bouroumi atacaron frontalmente a la víctima, convertida en un ícono de la lucha contra las agresiones sexuales a mujeres, acusándola de moral relajada e insinuando que consintió.
“Desde que llegué a esta sala de audiencia, me siento humillada. Me tacharon de alcohólica, afirmaron que estaba en tal estado de ebriedad que soy cómplice” de Dominique Pelicot, aseguró Giselle..
En ese marco, Roland Rodríguez, del Consejo Nacional de los Colegios de Abogados francés, recordó que existe el principio de libertad de expresión y que los abogados gozan de “inmunidad” en el ejercicio de su labor durante el desarrollo del juicio.