Arabia Saudita bombardeó este martes la ciudad portuaria de Mukalla, en el sur de Yemen, tras detectar la llegada de un cargamento de armas y vehículos militares procedente de Emiratos Árabes Unidos (EAU) que, según Riad, estaba destinado a fuerzas separatistas del Consejo de Transición del Sur (CTS). El gobierno saudí calificó la acción emiratí como “extremadamente peligrosa” y advirtió sobre posibles consecuencias si Abu Dabi no detiene su apoyo.
El ataque aéreo se produjo en un contexto de creciente tensión interna y regional, luego de varias semanas de avances territoriales del CTS —una fuerza separatista respaldada por Emiratos— en amplias zonas del sur del país.
Pese a las advertencias saudíes, el Consejo y sus aliados difundieron un comunicado en respaldo a la presencia emiratí, incluso cuando otros socios de la coalición liderada por Arabia Saudita exigieron la retirada de las fuerzas de EAU en un plazo de 24 horas.
Según un comunicado militar difundido por la Agencia de Prensa Saudita, los bombardeos se lanzaron luego de que barcos procedentes del puerto emiratí de Fuyaira arribaran a Mukalla con los dispositivos de rastreo desactivados.
Riad aseguró que las embarcaciones descargaron armas y vehículos de combate en apoyo del CTS, lo que fue considerado una “amenaza inminente” para la estabilidad del país. Ante ello, la coalición ejecutó un “ataque aéreo limitado” contra el material militar en el puerto.
Horas más tarde, Emiratos Árabes Unidos negó haber enviado armas, aunque reconoció el traslado de vehículos “para uso de sus fuerzas operativas en Yemen”. Desde Abu Dabi pidieron “moderación y sabiduría” y afirmaron que Arabia Saudita estaba informada previamente del envío. Sin embargo, evitaron comprometerse públicamente a una retirada inmediata.
A diferencia de versiones iniciales, el ataque provocó daños en zonas civiles. Un funcionario portuario indicó que se emitió una advertencia de evacuación alrededor de las 4 de la madrugada, hora local. Imágenes difundidas por AFP mostraron vehículos calcinados, incendios y daños en edificios cercanos.
Por su parte, el Consejo Presidencial yemení, respaldado por Arabia Saudita y reconocido internacionalmente, decretó el estado de emergencia por 90 días y anunció la anulación de un pacto de defensa con Emiratos. Cuatro de sus ocho miembros, alineados con Abu Dabi, rechazaron la medida y denunciaron decisiones “unilaterales”, dejando al descubierto la profunda fractura interna del poder yemení.
Yemen permanece inmerso desde 2014 en una guerra devastadora entre el gobierno y los rebeldes hutíes, apoyados por Irán, conflicto que se intensificó en 2015 con la intervención militar saudí. Aunque una tregua alcanzada en 2022 fue mayormente respetada, la reciente ofensiva separatista abrió un nuevo frente dentro del bloque antihutí.
La escalada también tensa los vínculos entre Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, aliados históricos y miembros de la OPEP, pero cada vez más enfrentados por influencia geopolítica y control de corredores comerciales estratégicos. Para analistas regionales, el bombardeo en Mukalla marca la disputa más severa entre ambos países en décadas y amenaza con redibujar el equilibrio de poder en la península arábiga.
