EL presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, denunció ayer que Rusia bombardeó un centro de transfusión de sangre en la región de Jarkov, en el noreste del país, en un ataque que dejó varios “muertos y heridos”.
El mandatario indicó que una “bomba aérea guiada” rusa alcanzó el centro de salud en Kupiansk, ubicada a unos 50 kilómetros de la frontera con Rusia. Y marcó: “Este crimen de guerra dice todo acerca de la agresión rusa (…) Derrotar a los terroristas es una cuestión de honor para todos los que valoran la vida”.
El Ejército ruso había reivindicado más temprano la captura de un pueblo en la zona de Kupianks, en el noreste, donde las tropas de Moscú estuvieron atacando durante varias semanas.
En tanto, la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) condenó “enérgicamente” los ataques rusos en el puerto de Izmail, en el suroeste de Ucrania, y en otros puertos del país.
“Hoy he visitado el puerto de Izmail y me ha impresionado ver el nivel de destrucción que han dejado los ataques rusos contra las instalaciones de almacenamiento de grano el 2 de agosto”, lamentó la coordinadora humanitaria de la OCHA para Ucrania, Denise Brown, en un comunicado.
La representante de la oficina de la ONU estima que “las miles de toneladas de cereales dañadas habrían bastado para alimentar a unas 66.000.000 de personas durante un día”.