Un bombardeo ruso sobre un centro comercial en el centro de Kiev, la capital ucraniana, dejó un saldo de ocho muertos y la destrucción de las viviendas colindantes. La onda expansiva pulverizó los vehículos estacionados en el lugar y generó un cráter abierto de varios metros de largo frente al edificio de diez pisos, que quedó carbonizado.
Como medida preventiva, el alcalde de la ciudad Vitali Klitschko, anunció un nuevo toque de queda hasta el próximo miércoles por la mañana y reiteró el pedido a la población de que permanezcan en sus hogares y refugios cuando suene la sirena de alerta ante el peligro de bombardeos. La ciudad capitalina, a la que las fuerzas rusas buscan cercar, ya decretó varios toques de queda desde el comienzo de la guerra, el último de ellos duró 35 horas.
Tras el ataque, un grupo de ocho personas muertas fue hallado en las inmediaciones del establecimiento, los cuerpos estaban vestidos con equipamiento militar, por lo que hace suponer que todos ellos eran soldados. No obstante, bomberos y militares buscaban más víctimas entre los escombros del edificio vecino, del que solo quedó la estructura de hormigón.
Según el Ejército ruso, el centro comercial era un blanco militar, ya que era utilizado como almacén de armamento y de municiones por parte de las fuerzas ucranianas y estaba cerrado al público. “Una batería de lanzacohetes múltiples ucranianos y una base de almacenamiento de sus municiones fueron destruidos con armas de precisión de largo alcance en la noche del 21 de marzo, en un centro comercial que no estaba operativo”, dijo el Ministerio de Defensa de Rusia a través de un comunicado.
Pese al argumento en torno a que el establecimiento estaba siendo utilizado por el Ejército ucraniano, este se ubicaba en el barrio de Podil, una área densamente poblada de Kiev y cercana a su centro, lo que preocupa y mantiene alerta a su población. El bombardeo habría sido el mayor desde el inicio de la invasión.