Las “fakes news” (noticias falsas) aumentaron de manera considerable durante la campaña electoral brasileña, y más aún de cara al balotaje del 30 de octubre que definirá el destino del país entre el ex mandatario progresista Luiz Inácio Lula da Silva y el actual presidente, Jair Bolsonaro.
A raíz de ello, el Tribunal Superior Electoral (TSE) interviene para mediar la difusión de noticias falsas desde ambas fuerzas, ya que no hay una legislación específica para controlarlas. A Bolsonaro, el TSE le pidió que retirara aquellas piezas que asociaban a Lula con el gobierno de Nicaragua, casos de corrupción, una que aseguraba que el Partido de los Trabajadores (PT) iba a cerrar iglesias evangélicas en caso de asumir el poder y otra en la que sugería que Lula había celebrado el surgimiento del coronavirus.
En tanto, al PT le solicitaron dar de baja un spot que responsabilizaba a Bolsonaro y sus hijos con un esquema de corrupción, no sobre la compra de inmuebles con dinero en efectivo y otro en el que Bolsonaro dijo que estuvo a punto de comer “carne de indio”.
Si bien algunas de esas piezas no forman parte de la campaña oficial de cada candidato, sino de canales llamados “paralelos” o “propaganda lado b” (hecha desde las mismas campañas, pero no divulgadas por los canales, cuentas y perfiles oficiales) el TSE dispuso su retiro.
A su vez, la Justicia pidió la colaboración de empresas de “fact checking” (chequeo de datos). “Esta es una elección con mucha desinformación, incluso en mayor medida que la de 2018, pero también desde ese año la sociedad debate más sobre la desinformación”, dijo la directora de Agencia Lupa, una plataforma de fact-checking, Natalia Leal.