El presidente de Brasil, Jair Messias Bolsonaro, rompió el hermetismo en el cual se recluyó con pocos colaboradores tras conocerse los resultados de la segunda vuelta que dieron por ganador a su contrincante, Luiz Inácio Lula da Silva.
Mientras Lula celebraba el domingo, Bolsonaro se llamó al silencio. El lunes las expectativas de que el presidente hable aumentaron, ya que finalmente luego de 20 horas salió de la residencia oficial, el Palacio de la Alvorada. Pese a la espera, no hizo declaraciones. Mientras tanto, en las calles la tensión empezó a crecer por la persistencia de los cortes y bloqueos de rutas por parte de bolsonaristas desde el lunes por la madrugada. Finalmente ayer Bolsonaro habló ante la prensa, en un discurso que duró dos minutos.
No reconoció directamente el triunfo de Lula, agradeció el apoyo a sus 50 millones de votantes y afirmó que seguirá “cumpliendo todos los mandatos de la Constitución”. “Los actuales movimientos populares son fruto de la indignación y el sentimiento de injusticia de cómo se dio el proceso electoral. Las manifestaciones pacíficas son bienvenidas, pero nuestros métodos no pueden ser los de la izquierda, que siempre perjudicaron a la población, como invasión de propiedades, destrucción del patrimonio y cercenamiento del derecho de ir y venir”, dijo.
La ola de bloqueos de rutas registrada desde la madrugada del lunes es impulsada por camioneros y grupos de bolsonaristas en más de 23 estados y el Distrito Federal. Buscan impugnar los resultados. Ayer, los mandatarios de Minas Gerais, San Pablo y Río de Janeiro, entre otros, dispusieron desalojar los cortes. Las fuerzas de Seguridad intervinieron con balas de goma y gases lacrimógenos, en especial para liberar las rutas.
Tras las palabras de Bolsonaro, el Supremo Tribunal Federal de Brasil, la máxima corte judicial del país, emitió un comunicado diciendo que, con su breve discurso, el presidente aceptó su derrota en las elecciones del domingo.
El PT prepara a su equipo para la transición
El vicepresidente electo, Geraldo Alckmin, será el responsable para coordinar el equipo de transición hasta la asunción de Lula, el primero de enero del 2023. Bolsonaro designó a su jefe de Gabinete, Ciro Nogueira, para dialogar con el petismo.
Nogueira es el jefe del Partido Progresista (PP), una de las fuerzas del Centrao, el bloque del que gran parte ya estaría negociando el pase hacia la base del lulismo en el Parlamento.
Alckmin, del Partido Socialista Brasileño (PSB), es un conservador que fue cuatro veces gobernador de San Pablo, el mayor estado del país.
“Nuestra prioridad será la cuestión presupuestaria para mantener el plan social Auxilio Brasil y aumentar el salario mínimo”, dijo la titular del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann.
La transición es obligatoria y está regulada por una ley, que establece 48 horas para inscribir un equipo de hasta 50 personas para el nuevo gobierno. No depende de la aceptación política del resultado electoral.