Autoridades de Estados Unidos y de la OTAN iniciaron ayer en Bruselas conversaciones con Rusia en busca de desactivar una crisis en la que está involucrada Ucrania por sus deseos de ingresar a la alianza militar transatlántica, en un diálogo que dejó al descubierto profundas diferencias en aspectos esenciales entre las partes.
El encuentro expuso “un elevado número de desacuerdos en cuestiones fundamentales”, según expresó a la prensa el viceministro de Relaciones Exteriores y enviado del Kremlin, Alexander Grushko, luego de la reunión en la que Rusia exigió a la alianza garantías de que no admitirá a Ucrania. Por su parte y en sintonía con Grushko, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, también mencionó “diferencias significativas” en la discusión, y añadió que las mismas “no serán fáciles de salvar”.
“Rusia no estuvo en condiciones de aceptar la propuesta. Tampoco la han rechazado, aunque la delegación rusa dejó claro que necesita de tiempo para retornar a la OTAN con una respuesta”, expuso. También hizo pública su opinión la subsecretaria de Estado norteamericana, Wendy Sherman, que considero que “si Rusia se aparta de lo propuesto será bastante evidente que nunca estuvieron hablando en serio respecto a la diplomacia y por esto es que nos estamos preparando colectivamente para cualquier eventualidad”.
A su vez, agregó como advertencia la dificultad para que el gasoducto Nord Stream 2 –un proyecto que la ex Urss comparte con Alemania- comience a funcionar si Rusia avanza sobre Ucrania. Rusia niega esas intenciones, pero ha exigido garantías por escrito a EE.UU. de que Ucrania no se adherirá a la Otan, lo cual la dejaría rodeada de rivales y abriría la puerta al posible despliegue de misiles de la alianza.