MOSCÚ, WASHINGTON.- Tras fuertes cruces entre Estados Unidos y Rusia en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU y las advertencias de sanciones económicas contra Moscú, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, y el ministro de Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov anunciaron que mantendrán una llamada telefónica hoy.
“Llamamos a Washington y sus aliados en el continente europeo a que tomen una postura constructiva, tranquila y equilibrada”, declaró Dmitri Peskov, vocero del Kremlin en las primeras horas de ayer, cuando se anunciaba el diálogo entre el Kremlin y la Casa Blanca. “Esperamos que el secretario (Blinken) tenga la oportunidad de hablar por teléfono con el ministro de Exteriores Lavrov mañana (martes) por la mañana”, dijo el vocero estadounidense Ned Price, antes de la reunión que tuvieron los grupos diplomáticos de ambos países en la ONU. Según Victoria Nuland, la número dos del Departamento de Estado, su gobierno veía “ciertos indicios de que Rusia tiene interés por los contactos sobre las propuestas” estadounidenses de seguridad.
Sin embargo, la calma no duró demasiado tiempo, ya que luego de los anuncios de conversaciones entre las potencias, el Consejo de Seguridad de la ONU se reunió a pedido de Estados Unidos para trabajar sobre el conflicto de escalada militar en la frontera de Ucrania. En el encuentro, la embajadora estadounidense ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield caracterizó la situación actual como una “amenaza a la seguridad internacional”, por lo que advirtió: “No queremos confrontación. Pero seremos decisivos, rápidos y unidos si Rusia sigue invadiendo Ucrania”. En respuesta, el embajador de Rusia ante la ONU, Vassily Nebenzia, consideró “infundadas” las acusaciones que señalan que su país pretende invadir territorio extranjero y culpó a la Casa Blanca de “generar histeria” y “engañar a la comunidad internacional” con sus dichos. A su vez, pidió respetar los acuerdos de Minsk aprobados por el propio Consejo de Seguridad, que servirían para poner fin a las hostilidades, según la visión del Kremlin.
Los acuerdos de Minsk son un grupo de medidas a las que se habían comprometido los gobiernos de Ucrania y de Rusia, bajo los auspicios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con el objetivo de llegar a una solución pacífica en la región prorrusa de Donbass, en el este ucraniano y que actualmente se opone a Kiev.
Mientras los diplomáticos mantenían estos cruces, trascendió que el Senado de Estados Unidos estaba cerca de terminar de redactar un paquete de sanciones a Rusia, en caso de que se concretara una avanzada sobre la ex república soviética. Entre las sanciones consensuadas entre los grupos demócratas y republicanos, está estipulado un de bloqueo contra el gasoducto Nord Stream 2, la penalización de industrias extractivistas rusas e inclusive contra las bancas de este país.