La furia y el miedo generado por los precios de la energía que se dispararon en Ecuador es un fenómeno que se experimenta en todo el mundo. Hasta en Estados Unidos, los precios promedio de la gasolina -que saltaron a los 5 dólares por galón- se han convertido en una difícil encrucijada política para el presidente Joe Biden antes de las elecciones legislativas de mitad de término. Pero, en la mayoría de los lugares, el incremento en los costos del combustible es mucho más dramático y la miseria que genera mucho más crítica.
“El aumento simultáneo de los precios de la energía y los alimentos es un doble golpe en el estómago para los pobres en prácticamente todos los países”, explicó Eswar Prasad, economista de la Universidad de Cornell, “y podría tener consecuencias devastadoras en algunos lugares del mundo si persiste durante un periodo prolongado”, agregó.
Sin embargo, hay pocas esperanzas de que la situación mejore pronto: “Seguiremos viendo precios de energía altos y volátiles en los próximos años”, dijo Fatih Birol, director de la Agencia Internacional de Energía. En ese contexto, el Consejo de Seguridad de la ONU anunció que se reunirá este mes para abordar la seguridad alimentaria, agravada por la guerra en Ucrania.