Ayer se realizaron los festejos por el Bicentenario de la Independencia, un acto que tuvo grandes repercusiones por su carácter político.
El presidente, Jair Bolsonaro, encabezó un desfile oficial cívico militar y dio un discurso ante miles de personas en la capital.
El acto estuvo financiado por empresarios del agronegocio de los estados sojeros del centro del país y contó con el apoyo de la iglesia evangélica.
De cara a las elecciones, Bolsonaro dijo que “el pueblo cree en Dios” y alentó el fantasma de un posible “régimen comunista” en caso de perder los comicios. Además, acusó al Supremo Tribunal Federal de conspirar en su contra, actuar fuera de la Constitución al investigarlo a él y a sus aliados y advirtió que esa situación se terminará en caso de ser reelecto.
Tuvo un exabrupto cuando besó a su esposa y afirmó que él es “imbrochavel” (en portugués, que siempre su miembro está erecto para el acto sexual). Finalmente, pidió a la multitud desconfiar de las encuestas del instituto Datafolha, que lo ubican en segundo lugar detrás de Lula.
“Yo le creo a Datapueblo, no a la mentirosa Datafolha”, dijo. Por su parte, el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y el resto de la oposición decidió no salir a las calles.