La Dra. Jane Goodall, etóloga británica de renombre mundial y una de las defensoras del bienestar animal y la conservación más influyentes de nuestro tiempo, falleció este miércoles 1 de octubre de 2025 a los 91 años. Su deceso, por causas naturales, ocurrió durante su estancia en California como parte de una gira de conferencias por Estados Unidos.
La triste noticia fue confirmada mediante un comunicado oficial en Instagram por el Instituto Jane Goodall, la organización sin fines de lucro que ella misma fundó. El instituto la definió como una científica cuyos descubrimientos «revolucionaron la ciencia» y una «incansable defensora de la protección y restauración de nuestro mundo natural».
Una vida dedicada a la ciencia y la conservación
Nacida en Londres el 3 de abril de 1934, Goodall se crio en Bournemouth, Inglaterra, tras la Segunda Guerra Mundial. Según su biografía oficial, desde su juventud soñó con viajar a África para escribir sobre los animales, un sueño que comenzó a materializar a los 23 años cuando viajó a Kenia. Allí trabajó con el célebre antropólogo Louis Leakey, quien en 1960 le encomendó una misión pionera: investigar por primera vez a los chimpancés salvajes en Tanzania.
Goodall se estableció en Tanzania y comenzó una investigación que, iniciada en la década de 1960, continúa vigente hasta el día de hoy gracias al trabajo de su instituto. Su meticuloso trabajo de campo, sustentado en la perseverancia, la empatía y una aguda capacidad de observación, develó el hasta entonces misterioso mundo de los chimpancés. Reveló aspectos cruciales de su conducta, como el uso de herramientas, la estructura social compleja, la caza, los conflictos entre grupos, el altruismo y la crianza.
Un legado que redefine nuestra relación con la naturaleza
Sus hallazgos no solo transformaron la etología, sino que también desafiaron la percepción que la humanidad tenía de sí misma. En una entrevista con The New York Times en 2019, cuando se le preguntó si su trabajo con chimpancés le había enseñado algo sobre los humanos, Goodall respondió: «Que fuimos muy arrogantes al pensar que somos tan diferentes. Los chimpancés no sólo se parecen mucho a nosotros en comportamiento, sino también biológicamente, al compartir el 98.6 por ciento del ADN. No somos diferentes al reino animal. Somos parte de él».