Francisco afirmó que Europa tiene la «responsabilidad» de afrontar la inmigración

El Papa se pronunció a favor de la acogida de los migrantes, en un largo discurso con el que concluyó una conferencia de la Iglesia sobre cuestiones mediterráneas en Marsella, puerto francés que durante siglos ha sido encrucijada de culturas y religiones

Francisco afirmó que Europa tiene la "responsabilidad" de afrontar la inmigración

El papa Francisco pidió hoy que Europa asuma la «responsabilidad» de afrontar la inmigración que llega a través de la ruta marítima del Mar Mediterráneo y, al cerrar una visita a la ciudad portuaria francesa de Marsella, reclamó que el continente garantice «un amplio número de entradas legales y regulares» de personas en cooperación con los países de origen.

En el segundo y último día de una visita a la ciudad portuaria francesa centrada en la migración, el pontífice les pidió a los países europeos que no busquen «salvarse a sí mismos» e insistió con los pedidos de recepción hacia las personas que buscan llegar al continente, al tiempo que rechazó de plano que la oleada migratoria de los últimos años sea «una invasión», como pregonan los partidos de ultraderecha.

El Papa cerró así una visita de 27 horas con la que buscó enviar un mensaje a Europa en medio de las tensiones regionales por las cuotas de acogida y la sobrepoblación de las estructuras receptivas en países del sur del continente como Italia, y durante la que también dio un fuerte respaldo a las ONG’s que rescatan a náufragos en el mar.

Durante su estadía en Marsella, el Papa se reunió media hora a solas con el presidente francés Emmanuel Macron, en un encuentro marcado por el inminente proyecto de París para legalizar la eutanasia y el suicidio asistido, dos prácticas rechazada por el Vaticano, además de por otras preocupaciones comunes como la inmigración y la guerra en Ucrania.

«Durante su cuarto encuentro, los dos jefes de Estado pudieron conversar de cuestiones internacionales y de las zonas de crisis actuales, como la situación en Ucrania, África y Nagorno Karabaj. También hablaron de Argentina, país de origen del Papa», indicó el Gobierno francés en un comunicado brindado a los periodistas que acompañan al Papa. Luego, Macron asistió a la misa con la que el Papa culminó la visita realizada en el estadio Velódromo local.

«Marsella tiene un gran puerto y es una gran puerta que no se puede cerrar. Varios puertos mediterráneos, en cambio, se han cerrado», lamentó el pontífice al participar en el foro denominado «Encuentros Mediterráneos» sobre inmigración en la región junto a obispos y jóvenes de toda Europa.

En un marco de renovadas tensiones dentro de la Unión Europea por las cuotas de recepción de las personas que llegan por vía marítima, Francisco lamentó que «dos palabras han resonado, alimentando los temores de la gente: invasión y emergencia».

El Papa, que llegó ayer a Marsella y regresará esta noche a Roma, planteó de todos modos que «quien arriesga su vida en el mar no invade, busca acogida».

«En cuanto a la emergencia, el fenómeno migratorio no es tanto una urgencia momentánea, siempre oportuna para agitar la propaganda alarmista, sino una realidad de nuestro tiempo, un proceso que involucra a tres continentes en torno al Mediterráneo y que debe ser gobernado con sabia clarividencia: con una responsabilidad europea capaz de afrontar las dificultades objetivas», reclamó.

La semana pasada, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, había reclamado una «responsabilidad común» a nivel continental para gestionar la masa de personas llegadas por vía marítima al visitar la isla italiana de Lampedusa, en donde las autoridades denuncian una situación de sobrepoblación de las estructuras receptivas por la negativa del resto de los países a cumplir con el sistema de cuotas. «Sin embargo, esta situación no es una novedad de estos últimos años, ni es este Papa venido del otro lado del mundo el primero en advertirla con urgencia y preocupación», agregó.

El Papa, en esa línea, ya había advertido sobre «la globalización de la indiferencia» hacia los migrantes cuando, en julio de 2013, había elegido hacer su primer viaje como Pontífice fuera de Roma a la isla de Lampedusa, símbolo de la llegada de personas por el mar.

Según sostuvo Francisco hoy, «hay un grito de dolor que es el que más retumba de todos, y que está convirtiendo el mare nostrum en mare mortum, el Mediterráneo de cuna de la civilización en tumba de la dignidad».

«Es el grito sofocado de los hermanos y hermanas migrantes», aseveró Francisco, quien ayer ya había considerado «un deber de civilización» el salvaje de las personas que naufragan en el Mediterráneo cuando buscan llegar a Europa.

«Contra la terrible lacra de la explotación de los seres humanos, la solución no es rechazar, sino garantizar, en la medida de las posibilidades de cada uno, un amplio número de entradas legales y regulares, sostenibles gracias a una acogida justa por parte del continente europeo, en el marco de la cooperación con los países de origen», enfatizó Francisco.

En un mensaje dirigido hacia todo el continente, el Papa sostuvo además que «el mare nostrum clama justicia, con sus riberas rezumantes de opulencia, consumismo y despilfarro, por un lado, y de pobreza y precariedad, por otro».

«También en este caso el Mediterráneo es un espejo del mundo, con el Sur volviéndose hacia el Norte; con tantos países en vías de desarrollo, afligidos por la inestabilidad, los regímenes, las guerras y la desertificación, que miran a aquellos acaudalados, en un mundo globalizado, en el que todos estamos conectados, pero en el que las diferencias nunca habían sido tan profundas», denunció.

Tal como había hecho en 2021 durante su segunda visita a otro de los símbolos de la inmigración mediterránea, la isla griega de Lesbos, el Papa convocó a evitar un «naufragio de civilización» a partir de la situación migratoria.

«El futuro no estará en la cerrazón, que es una vuelta al pasado, un retroceso en el camino de la historia», sentenció en ese marco.

Así, el Papa dijo a los países europeos que «intentar salvarse a sí mismos ahora, se convertirá en una tragedia mañana, cuando las generaciones futuras nos agradecerán si habremos sido capaces de crear las condiciones para una imprescindible integración, mientras que nos culparán si sólo habremos fomentado una asimilación infecunda».

En un discurso con el que buscó dirigirse a toda la región, Francisco rechazó además los «nacionalismos anacrónicos y beligerantes» que «quieren acabar con el sueño de la comunidad de naciones» y los acusó de tener «ambición de poder».

El pontífice advirtió también sobre la realidad marsellesa y sostuvo que «donde hay precariedad hay criminalidad: donde hay pobreza material, educativa, laboral, cultural y religiosa, se allana el terreno de las mafias y de los tráficos ilegales».

Luego del discurso en el foro, el Papa celebró una misa en el estadio Velódromo, desde donde sostuvo que «nuestras ciudades metropolitanas y los numerosos países europeos como Francia, donde conviven culturas y religiones diferentes, son en este sentido un gran desafío contra las exasperaciones del individualismo, contra los egoísmos y las cerrazones que producen soledades y sufrimientos».

En su homilía, Francisco destacó el valor de la «vida humana, que hoy es rechazada en tantas personas que emigran, así como en tantos niños no nacidos y en tantos ancianos abandonados».

Tras la misa, a la que según el Vaticano asistieron unas 50.000 personas, el Papa vuela directo hacia Roma, en donde tiene previsto aterrizar en torno a las 20.50 horas locales (15.50 de la Argentina).

Salir de la versión móvil