La selva amazónica, uno de los principales pulmones del planeta, soportó en 2022, último año de gestión de Jair Bolsonaro, un récord de 10.267 kilómetros de deforestación, una extensión equivalente a la mitad de la provincia argentina de Tucumán, según mediciones oficiales.
A tono con la política ambiental imperante hasta hace casi una semana, la Amazonia brasileña fue devastada durante un 24,9 % más que durante 2021, cuando se perdieron 8.219 kilómetros cuadrados de vegetación, y es la mayor perdida desde 2015, cuando el Instituto Nacional de Estudios Espaciales (INPE) comenzó a medir las alertas de deforestación, informó este viernes el organismo oficial.
El récord anterior de deforestación fue en 2019, 9.178 kilómetros cuadrados, que coincidió con el primer año de gestión del líder ultraderechista, a quien los ecologistas acusan de la actual crisis en la Amazonia por sus políticas antiambientalistas, su defensa de la minería hasta en las reservas, y por desmantelar los organismos de fiscalización.
Los datos divulgados este viernes, entre otros medios por el diario Folha de Sao Paulo, son medidos por el Deter, un mecanismo que utiliza imágenes satelitales para alertar mensualmente y en tiempo real sobre áreas amenazadas pero que son menos precisos que los del Prodes, herramienta que el INPE utiliza para calcular la deforestación y cuya divulgación es anual.
Según el último boletín del Prodes, divulgado en noviembre, la Amazonia perdió 11.568 kilómetros de vegetación entre agosto de 2021 y julio de 2022, una extensión un 11,3 % menor a la del año inmediatamente anterior (13.038 kilómetros cuadrados) pero la segunda más alta en los últimos 14 años.
Las organizaciones ecologistas ya habían advertido que la destrucción crecía a un ritmo récord en los últimos meses de 2022 ante la expectativa de que Bolsonaro sería derrotado en las presidenciales de octubre, lo que terminó ocurriendo.
El flamante presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que asumió el último domingo 1° de enero, aseguró durante la campaña y también al asumir el cargo por tercera vez, que una de las prioridades de su Gobierno será volver a reducir al mínimo la deforestación en la Amazonia, como lo hizo en sus primeras gestiones (2003-2010), y combatir sin tregua la tala y la minería ilegal.
Su ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático, la ecologista Marina Silva, anunció esta semana la creación de una secretaría de su cartera dedicada exclusivamente al combate a la deforestación.
Según datos del INPE, tan solo entre agosto y diciembre de 2022 fueron talados 4.793 kilómetros de selva en la Amazonía, un valor récord para el período.
Únicamente en diciembre la deforestación se extendió por 218,4 kilómetros cuadrados, con un salto del 150 % frente al mismo mes de 2021 (87 kilómetros cuadrados) y el mayor número para este mes desde el inicio del anterior Gobierno.
Los números aún deben ser actualizados por el INPE, ya que la información publicada hoy llega hasta el 30 de diciembre del año pasado, pero el número más que duplicó en comparación con el mismo período del año pasado, cuando el sistema registró 87,19 km², pero es necesario tener cuidado en las comparaciones, según Mariana Napolitano, gerente de conservación de WWF-Brasil.
Para la especialista, citada por Folha de Sao Paulo, es necesario analizar conjuntos de alertas para identificar tendencias. «Es bueno fijarse en tres o seis meses para ver patrones. Es importante recordar que, de agosto a diciembre, el valor fue muy alto, con 4.593 km², superior a los anteriores, que rondaban los 3.000».
Para el Observatorio del Clima, una red de varias organizaciones de la sociedad civil, «las alertas de destrucción de la Amazonia han alcanzado récords históricos en los últimos meses, dejando al gobierno de Lula con una especie de deforestación contratada, que influirá negativamente en las cifras para 2023», afirma Marcio Astrini, secretario ejecutivo de la entidad.
«El Gobierno de Bolsonaro ha terminado, pero su nefasto legado medioambiental aún se dejará sentir durante mucho tiempo», añade.