El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó ayer que regresó al poder “sin odio” para respetar sus orígenes y gobernar para los más pobres, aunque también prometió que trabajará para que “nunca más un genocida pueda elegirse en base a la industria de mentiras”, en referencia a su antecesor, Jair Bolsonaro, durante un discurso por el aniversario número 43 del Partido de los Trabajadores (PT).
“Muchos se preguntan qué Lula va a gobernar este tercer mandato y yo les digo que el que gobierna este país es el que no se olvida de sus orígenes, el que vivió en casas que se inundaban por las lluvias, el que pasó hambre y conoció el pan por primera vez a los siete años”, dijo. “Lula volvió para cambiar este país, para que ningún niño más muera de hambre”, agregó luego. Emocionado, el mandatario hizo un repaso de su trayectoria y de la fundación del PT en la dictadura militar y calificó a su fuerza como “el mejor partido político del mundo” porque nació “de abajo hacia arriba”.
En el evento estuvieron los principales referentes del partido y sus aliados, entre ellos el ex jefe de gabinete José Dirceu, ex titular del PT y condenado por corrupción en los escándalos del Mensalao y del Petrolao que fue reivindicado por Lula durante su discurso. “Todo lo que hicimos en 13 años fue destruido por el golpe contra Dilma (Rousseff) y el mandato de cuatro años de un genocida que debe ser juzgado por la cantidad de personas que murieron durante su gobierno”, aseguró.
Más tarde, Lula afirmó que la “rueda gigante” de la recuperación económica con inclusión social comenzó ayer en Santo Amaro, en el interior del estado Bahía, con la entrega de 600 viviendas. “La rueda gigante de Brasil empieza a girar a partir de hoy con la entrega de la llave de la casa de una mujer”, dijo el mandatario en un discurso. “Es posible reconstruir este país, necesitamos empleo, aumentar el salario y mejorar la educación; todavía tenemos que sacar a los bolsonaristas que están infiltrados en la administración pública”, agregó.
En otros eventos paralelos, fueron entregadas 2.400 casas cuya construcción había sido frenada en 2016, tras la destitución de la presidenta Rousseff. En Santo Amaro, las obras estaban paralizadas en un 96% desde la caída de Rousseff y fueron terminadas en los últimos 30 días.