Los magnates rusos que hicieron fortuna con los negocios que florecieron tras la caía de la Unión Soviética y que alcanzaron fama internacional cuando, a fuerza de millones, se involucraron en el negocio del futbol del Reino Unido, aparecen hoy en retirada, intentando perder parte de su capital por las sanciones británicas a Rusia y sus aliados tras la invasión a Ucrania.
En primer plano aparece el magnate Roman Abramovich, quien a toda velocidad puso el sábado en venta al poderoso club londinense Chelsea, tras las sanciones financieras que impuso el Gobierno británico a bancos y personas vinculadas al presidente ruso, Vladimir Putin, tras el ataque de la semana pasada a Ucrania.
El empresario ruso confirmó este miércoles en un comunicado que tomó la “decisión de vender el club” Chelsea, del que es propietario desde 2003, por “la situación actual” y aclara que no pedirá “que se pague ningún préstamo”, porque “esto nunca ha sido por negocios ni por dinero para mi, sino por pura pasión por el juego y por el club”.
Pero lo más destacado del comunicado de Abramovich es que anuncia que instruyó a su equipo “para que establezcan una fundación benéfica a la que se donarán todas las ganancias netas de la venta. La fundación será en beneficio de todas las víctimas de la guerra en Ucrania. Esto incluye proporcionar fondos críticos para necesidades urgentes e inmediatas de las víctimas, así como apoyar el trabajo de recuperación a largo plazo”.
Este comunicado se difundió luego del reclamo que hizo el líder laborista británico, Keir Starmer, al primer ministro, Boris Johnson, para que le imponga de inmediato sanciones, así como al resto de los millonarios aún exentos de las penalizaciones gubernamentales en el Reino Unido.
En la sesión semanal de control al Gobierno en la Cámara de los Comunes, a la que asistió el embajador ucraniano, Vadym Prystaiko, Starmer preguntó al líder conservador “cómo es posible” que hasta ahora no se haya castigado a Abramóvich y a otros magnates con propiedades y negocios en este país.
Pero Abramovich, si bien es el más notorio no es el único, también Alisher Usmanov, pasó repentinamente a ser ahora un indeseable en el Everton, que este miércoles anunció que “suspendía” sus acuerdos de patrocinio con USM, Megafon y Yota, tres de las empresas en las que el magnate ruso-uzbeco tiene una participación importante.
Tras vender su participación en el Arsenal, Usamov se había convertido en uno de los principales apoyos del Everton, que fue comprado en 2016 por el iraní Farhad Moshiri, con el que estuvo asociado.
El centro de entrenamiento de los Toffees pasó a llamarse USM Finch Farm y Usmanov también tenía una opción exclusiva por 30 millones de libras (40 millones de dólares) para dar al nuevo estadio en construcción el nombre de una de sus empresas.
El Gobierno británico en su intento de poner fin a la escalada de tensión en Ucrania impuso la semana pasada sanciones a bancos y millonarios rusos cuya importancia es estratégica para el presidente Vladimir Putin.
El empresario ruso, de 55 años y dueño de una fortuna personal que según la revista Forbes es de 16.000 millones de dólares, niega tener vínculos con el presidente ruso, pero vende el club londinense y su casa de 267 millones de dólares, también en la capital británica, entre otras propiedades.
De acuerdo al diario británico Daily Mail, Abramovich nunca tuvo la ciudadanía del Reino Unido e hizo su fortuna vendiendo activos comprados al estado cuando la Unión Soviética se desintegró.
Según consignó el medio, los funcionarios de inmigración tienen instrucciones de hacer que le resulte imposible instalarse en el Reino Unido.