La 80ª Asamblea General de las Naciones Unidas se convirtió en escenario de fuertes pronunciamientos de mandatarios latinoamericanos contra la política exterior de Estados Unidos y la guerra en Gaza. Los discursos coincidieron en la defensa del multilateralismo, el rechazo a las sanciones unilaterales y la exigencia de respeto a los derechos humanos.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, fue uno de los más críticos. Calificó la ofensiva israelí como genocidio y pidió que el primer ministro Benjamín Netanyahu sea juzgado en un tribunal internacional. “Gaza es una crisis global porque es una crisis de la humanidad”, afirmó, y comparó la tragedia palestina con el Holocausto. Además, acusó al presidente estadounidense Donald Trump de negar el cambio climático y difundir “mentiras” que deben ser combatidas. Boric también anunció la candidatura de Michelle Bachelet a la Secretaría General de la ONU, argumentando que es momento de que una mujer lidere el organismo.
La presidenta de Perú, Dina Boluarte, reclamó una reforma estructural de la ONU y advirtió sobre la reaparición de formas de totalitarismo. “El mundo no necesita menos ONU, sino más ONU”, señaló, y planteó que el próximo secretario general debe provenir de América Latina.
Por su parte, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, denunció las sanciones aplicadas por Washington a jueces y funcionarios brasileños como “una agresión directa a la independencia judicial”. “Nuestra democracia y nuestra soberanía no son negociables”, enfatizó.
El mandatario de Colombia, Gustavo Petro, pronunció uno de los discursos más duros. Propuso crear un “ejército de la salvación del mundo” sin derecho a veto para “liberar a Palestina” y acusó a EE. UU. y a la OTAN de “matar la democracia y revivir el totalitarismo”. También criticó las políticas migratorias estadounidenses y denunció muertes de jóvenes latinoamericanos en operativos antinarcóticos.
Las intervenciones de Boric, Lula, Boluarte y Petro marcaron un frente común en la región: cuestionar las sanciones unilaterales, condenar la violencia en Gaza y exigir que la ONU recupere un papel central en la resolución de crisis globales.