Un país dividido: qué opinan los brasileños de la condena de Bolsonaro

El fallo histórico contra el ex presidente despertó reacciones diversas en la sociedad, evidenciando aún más la grieta política en Brasil.

 Un país dividido: qué opinan los brasileños de la condena de Bolsonaro

El pasado 11 de septiembre marcó un punto de inflexión en la historia política de Brasil. Por primera vez, un ex presidente brasileño fue llevado a la justicia por un intento de golpe de Estado. Jair Bolsonaro (2019-2022), el mayor referente de la derecha en Brasil, fue condenado a 27 años y tres meses de prisión por mayoría del Supremo Tribunal Federal (STF), mientras que los otros siete acusados recibieron penas de entre 2 y 26 años.

La decisión judicial ha generado un intenso debate en la sociedad brasileña, evidenciando la profunda polarización política que atraviesa al país. Mientras algunos sectores celebran la condena como un paso necesario para garantizar la democracia y la rendición de cuentas, otros la interpretan como una persecución política contra la derecha.

Esta división se refleja en medios de comunicación, redes sociales y discusiones cotidianas del día a día, donde cada acción del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y del sistema judicial es objeto de debate. La polarización no sólo enfrenta a quienes apoyan o rechazan la condena, sino que también pone en evidencia la desconfianza de la población hacia las instituciones y la clase política de Brasil.

Para conocer de cerca estas perspectivas, se recopilaron testimonios de ciudadanos brasileños de distintas regiones y edades, cuyos relatos muestran las diferentes visiones sobre la justicia, la política y el futuro de Brasil.

Voces enfrentadas: entre la esperanza y las críticas

En una entrevista con Hoy Día Córdoba, Isadora Coelho (24), consideró que la condena de Bolsonaro marca “el inicio de un gran ajuste de cuentas con la población brasileña”. Según explicó, no solo se trata de las responsabilidades por el intento de golpe de Estado, sino también de las consecuencias de la gestión del ex mandatario en la pandemia de Covid-19 y de la fuerte polarización política que promovió desde 2018.

“Negó las vacunas, negó la ciencia y negó el uso de barbijos, y de esa forma ayudó a segar la vida de tantos brasileños, incluso de integrantes de mi familia”, recordó.

Para Isadora, la condena generó una esperanza comparable a “ver la final de un Mundial con Brasil en la cancha”. Aunque el fallo responde al intento de golpe del 8 de enero y no a la pandemia, lo ve como “la esperanza en la justicia”. Sin embargo, advirtió: “Derrotar a Bolsonaro es una cosa, pero derrotar al bolsonarismo es otro proceso”, subrayando que la lucha política en Brasil continúa más allá de la sentencia.

Un sentimiento similar expresó Júlia Sampaio (23), quien calificó la condena como “una gran victoria para el Estado democrático brasileño”. Para ella, el fallo también genera justicia y alivio, al mostrar que “ya no hay espacio para la impunidad de quienes buscan el fin de la democracia”. A su vez, destacó su valor simbólico, ya que combate el abuso de poder y el autoritarismo.

Mientras Isadora y Júlia ven la condena como una señal de justicia y esperanza, otros ciudadanos tienen una percepción totalmente distinta. Para ellos, la sentencia representa más bien una medida desproporcionada y motivada políticamente.

En esa línea, Laura Maia (45) calificó la condena de Bolsonaro como una “gran persecución política”. “Condenar por intento de golpe y no por un golpe consumado es un chiste”, manifestó. A su entender, la Justicia actúa con doble vara: “En este país, donde delincuentes que matan o roban son liberados, ¿van a encarcelar por un intento?”, cuestionó.

Para Laura, la decisión está ligada al calendario electoral: “Ellos están haciendo esto faltando un año y medio para la reelección, para garantizar que Bolsonaro no consiga reelegirse”, señaló.

“No soy bolsonarista, solo creo que esta condena no vino de un gobierno íntegro que lucha contra la corrupción, sino por interés político propio. Ellos poco se importan con el país, la disputa es entre ellos”, remarcó.

Más allá de Lula y Bolsonaro, Laura insistió en que los problemas de Brasil son estructurales: “La solución no está en Lula ni en Bolsonaro. El brasileño en general tiene que dejar de ser corrupto. Hay que pasar la página y mirar hacia adelante. ¡Está todo mal!”, expresó.

De forma similar, Mariana Maia (75) también se opuso a la condena. Para ella, se trata de una “represalia de la izquierda”, que busca perseguirlo para silenciar a la oposición. “Venganza pura contra alguien que nunca fue santo, pero que sería un obstáculo para los sueños de los izquierdistas”, planteó.

En contraste, Daniel Hote (45) opinó que la condena de Bolsonaro significa que “se está haciendo justicia”. En su testimonio, recordó que “fueron cuatro años de gobierno con amenazas constantes de golpe y con un final marcado por el intento fallido”. Para él, el ex presidente “no aceptó la derrota y quiso crear un caos en el país con su militancia, que tuvo su desenlace el 8 de enero de 2023”.

En su balance, Bolsonaro fue calificado como “un presidente patético, con un discurso de odio contra la ciencia, las instituciones educativas, la clase artística y las minorías”. A su vez, señaló que se trata sin dudas de “el peor presidente de la historia de Brasil”.

Tulio Costa (48), por el contrario, afirmó que la condena de 27 años de prisión a Bolsonaro es “pura persecución política” y que la izquierda busca callar cualquier cosa que no coincida con ellos. También comparó el caso con otros hechos judiciales en Brasil y reflejó la desigualdad de penas, señalando que delitos de asesinato recibieron condenas menores que la Bolsonaro.

“Quieren condenarlo a 27 años por un crimen que ni siquiera está comprobado. Esto es más una prueba de que el sistema no funciona y de que la Justicia no siempre castiga a quienes realmente deberían ser castigados”, aseveró.

Finalmente, Leonardo Penha (48) respaldó la condena y recordó el asalto del 8 de enero de 2023. Consideró que amnistiar a los responsables sería un “absurdo”, porque sentaría un mal precedente: “La gente hace lo que hizo, destruye todo y no pasa nada”, advirtió.

Leonardo también comentó sobre las maniobras legislativas que buscan una amnistía que incluya a Bolsonaro, algo que calificó como “ilegal”. En este sentido, destacó que miles de personas marcharon en rechazo a esa posibilidad y que “la mayoría de la población estaba a favor” de la sentencia, con celebraciones en Río de Janeiro y otras ciudades.

La grieta en ascensión

La condena de Bolsonaro marca un hito histórico en la política brasileña y en el proceso de polarización que se agudiza desde 2018. Mientras unos celebran la sentencia como un triunfo de la Justicia, otros la interpretan como una persecución política. Ese quiebre refleja no sólo distintas visiones sobre la figura del ex presidente, sino también sobre el papel de las instituciones, la eficacia del sistema judicial y el grado de confianza en los procesos democráticos.

En este contexto, la diversidad de percepciones ciudadanas revela que Brasil atraviesa un momento crítico en su historia política. Aunque Bolsonaro no participará de la disputa presidencial de 2026, su influencia persiste en los sectores de la derecha brasileña. Más que un punto final, la condena abre un nuevo debate sobre cómo el país construirá su democracia en medio de la polarización y la radicalización política. Se trata, en definitiva, de un nuevo recordatorio de que la confrontación ideológica en Brasil sigue lejos de resolverse.

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