Desde que comenzó en febrero, la guerra en Ucrania tuvo momentos de mayor conflictividad en terreno con avances y desplazamientos de tropas hasta llegar a la actual situación con más ataques y contraofensivas aéreas contra centrales eléctricas.
Ayer, las autoridades rusas en Crimea afirmaron que un dron atacó una central eléctrica. “Hubo un ataque con un VANT (vehículo aéreo no tripulado) en la central térmica de Balaklava. El transformador quedó mínimamente dañado. No hay víctimas”, informó el gobernador de Sebastopol, la capital de la península de Crimea, Mijaíl Razvozhaev.
A su vez, desde Kiev comunicaron que el consumo de electricidad se verá aún más restringido tras nuevos bombardeos rusos contra las infraestructuras energéticas. Las medidas restrictivas “permiten que las compañías energéticas reparen rápidamente las instalaciones dañadas y mantengan el equilibrio del sistema” de producción energética, explicó el operador ucraniano Ukrenergo. Hace dos semanas, los habitantes de la capital viven con cortes intermitentes de electricidad, de manera diaria y de hasta cuatro horas.
Por otra parte, la agencia cultural de Naciones Unidas (UNESCO) realizó un relevamiento satelital sobre sitios de interés cultural bombardeados o dañados en Ucrania. Verificó daños en 207 lugares culturales, entre ellos: 88 sitios religiosos, 15 museos, 76 edificios de interés histórico o artístico, 18 monumentos y 10 bibliotecas. Las regiones más afectadas están en el este de Ucrania y alrededor de Kiev. “El patrimonio cultural a menudo es un daño colateral, pero a veces es atacado específicamente por ser la esencia de la identidad de los países”, declaró la directora de Unesco, Krista Pikkat.