Con sus fuerzas concentradas en capturar la ciudad de Severodonetsk, en el este de Ucrania, Rusia avanzó el fin de semana en su ofensiva en la región del Donbass con ataques destinados a mellar la resistencia, luego de que Occidente anunciara su intención de reforzar la ayuda al gobierno de Vlodimir Zelenski.
El sábado, el Ejército ruso mató a más de 400 “nacionalistas ucranianos” y destruyó toneladas de armamento durante los bombardeos efectuados sobre Ucrania. Buena parte del daño fue causado por un ataque de la aviación rusa contra un centro de entrenamiento de artillería de las Fuerzas Armadas de Ucrania en la región de Sumy, en el noreste del país, según informó el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Igor Konashenkov.
“Misiles lanzados desde el aire y de alta precisión alcanzaron el centro de entrenamiento de artillería de las Fuerzas Armadas de Ucrania cerca del asentamiento de Stetskovka, en la región de Sumy”, declaró el portavoz, quien precisó que “la aviación ha eliminado a 400 nacionalistas, y destruido 20 tanques y vehículos blindados, cuatro vehículos de combate BM-21 del sistema de lanzacohetes múltiples Grad, nueve piezas de artillería y 29 otros vehículos”. Además, en la región sureña de Odesa un ataque con misiles destruyó un “punto de despliegue de mercenarios extranjeros”, sostuvo Konashenkov, quien aseguró que las bajas infligidas a los “mercenarios” extranjeros ha frenado el flujo de llegada de esos soldados a Ucrania.
Según Konashenkov, el número de combatientes extranjeros se “dividió casi por dos”, de 6.600 a 3.500. “Un gran número de ellos prefiere abandonar Ucrania lo más rápido posible, ya que cientos de mercenarios extranjeros fueron eliminados (…) poco tiempo después de su llegada a los lugares donde debían recibir entrenamiento”, dijo.
Lo cierto es que la asistencia de Occidente a Ucrania desvela al gobierno de Vladimir Putin, quien ayer advirtió que sus tropas atacarán nuevos objetivos si las potencias entregan misiles de largo alcance a Zelenski. Si ocurre tal cosa, “entonces sacaremos las conclusiones apropiadas y utilizaremos nuestras armas para atacar nuevos objetivos que los que atacamos hasta el momento”, declaró sin más precisiones Putin, quien advirtió que los envíos de armas de Occidente a Ucrania buscan “prolongar el conflicto”.
Las declaraciones tienen lugar luego de que Estados Unidos anunciase su decisión de entregar a Ucrania sus lanzacohetes múltiples Himars (High Mobility Artillery Rocket System) de un alcance de aproximadamente 80 kilómetros, que según expertos militares es levemente superior al de los sistemas análogos rusos, lo que permitiría a Ucrania atacar la artillería enemiga sin recibir sus ataques. Es más, las fuerzas de Ucrania reivindicaron el sábado haber recapturado territorio de la ciudad de Severodonetsk, clave para las ambiciones de Rusia de conquistar el Donbass, aunque el Kremlin negó la especie. “Escuché muchas veces que Severodonetsk fue completamente capturado por el Ejército ruso. Así que quiero decir que no. Además, si antes había una situación difícil, con alrededor del 70 por ciento del territorio ocupado, ahora alrededor del 20% retrocedió”, indicó Sergii Gaidai, gobernador de la provincia de Lugansk, donde se encuentra la ciudad.
Tras más de un mes en calma, Kiev vuelve a ser bombardeada
Pese a que los combates más intensos se centran en la región del este de Ucrania, en la madrugada de ayer varios proyectiles golpearon dos barrios de Kiev, luego de semanas de calma en la capital ucraniana. Si bien las explosiones no causaron más que un herido – aunque sí importantes daños materiales-, los bombardeos rusos volvieron a llevar preocupación al gobierno de Vlodimir Zelenski porque hace más de un mes que la guerra se había desplazado a la región sudeste del país. Ahora, estos nuevos ataques amenazan con una nueva expansión de la ofensiva rusa hacia el centro neurálgico del país, aunque en una primera instancia se justificaron por objetivos militares.
Uno de los bombardeos, en efecto, alcanzó unas instalaciones de Kiev custodiadas por militares que, según denunció Moscú, contenían una planta de reparación y modernización de vehículos militares y de combate. El Gobierno ruso aseguró que con este ataque destruyó tanques modelo T-72 y carros de combate facilitados a Ucrania por países europeos. Sin embargo, las autoridades de Kiev salieron a desmentirlo y afirmaron que las instalaciones bombardeadas no almacenaban tanques.
“En el importante nudo ferroviario del barrio de Darnitsia y en su planta se reparan trenes y camiones que se emplean para exportar grano”, publicó en Twitter el máximo responsable de la compañía de ferrocarriles, Oleksandr Kamishin. Varias horas después del ataque, una vez apagadas las llamas, la compañía de ferrocarriles, Ukrzaliznytsia, permitió el acceso a la prensa a sus instalaciones bombardeadas, donde se vio un enorme complejo de talleres de reparación de vagones en el que varias naves aparecen reducidas a escombros y no se veía armamento entre los cascotes.