El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, elevó este lunes el tono de sus ataques contra su par venezolano, Nicolás Maduro, al advertir que “si quiere hacerse el duro, será la última vez”.
La declaración llegó en respuesta a una consulta periodística sobre la reacción de Caracas ante la creciente presión de Washington, que la semana pasada anunció un “bloqueo total y completo” a los petroleros sancionados que intenten entrar o salir de Venezuela.
Con esa decisión, la Casa Blanca despejó las dudas sobre el interés estratégico en el crudo venezolano y formalizó un giro en su estrategia: del enfoque centrado en la lucha antidrogas al hostigamiento directo de cargueros de petróleo.
Hasta el momento, tres buques fueron interceptados. “Creo que sería inteligente que se vaya”, añadió Trump sobre Maduro, dejando abierta la expectativa de un desenlace político forzado.
La ofensiva no se limitó a Caracas. En una conferencia de prensa en su residencia de Mar-a-Lago, Trump arremetió también contra el presidente colombiano, Gustavo Petro, a quien calificó como “un tipo muy malo” y “no amigo de Estados Unidos”, al acusarlo de permitir el tráfico de cocaína.
“Más le vale andarse con cuidado. Amamos a los colombianos, pero su nuevo líder es un buscapleitos. Será mejor que cierre esas fábricas de cocaína. Sabemos dónde están”, afirmó, aludiendo a tres instalaciones.
El cruce se produjo luego de que Petro sugiriera, días atrás, que si Trump pretendía “recuperar” lo que considera territorio arrebatado en Venezuela, entonces debería estar dispuesto a devolver Texas y California a México.
El mandatario colombiano propuso, además, que tanto esos territorios como el petróleo venezolano sean materia de una negociación “dialogada”, en contraste con las intimidaciones registradas en el Caribe.
El tono de Trump coincidió con el de su secretario de Estado, Marco Rubio, quien el fin de semana había cuestionado la postura de Petro y remarcado que la relación bilateral no depende de la ideología sino de la cooperación con Washington.
“No se trata de izquierda o derecha, sino de tener un presidente que coopere con nosotros”, sostuvo.
El choque entre Bogotá y Washington se inscribe en una relación deteriorada por acusaciones, amenazas y gestos diplomáticos de alto impacto: desde la descertificación de Colombia en la lucha antidrogas y la revocación del visado a Petro, hasta llamados a consultas de embajadores y el rechazo de vuelos con deportados.
Con menos de un año por delante para el actual Gobierno colombiano, la recomposición del vínculo parece quedar en manos de la próxima administración.
En paralelo, Trump confirmó que Estados Unidos planea quedarse tanto con la carga, estimada en 1,9 millones de barriles, como con uno de los petroleros incautados en septiembre, el Skipper, en lo que definió como una nueva fase de la campaña de presión sobre el chavismo. La advertencia, una vez más, fue directa y sin matices.
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